Recuerdo como si fuera ayer el primer día que probé en mis labios un lip stain de Sephora, sí, el número tres, ese rojo fresa que en un fugaz vídeo de mi perfil de Instagram comparé con el famosísimo Dragon girl de Nars para descubrir que, sólo por esta vez, me gustaba más la versión barata.
Fue hace más de un año, cuando la moda de los labios mates estaba en todo su apogeo y esplendor: doce meses de amor platónico y dudas os contemplan...
Luego Sephora lanzó al mercado nuevos tonos, atrevidos, apetecibles, tentadores. Entre ellos, el más tentador y a la vez más extraño era este color entre lavanda y unicornio, "White iris", que Tomás de Nails Factory (y ahora también de Sephora) me sugería encarecidamente. Y fue por este deseo de algo raro pero primaveral que llegaron a mi vida, hace algo más de una semana, los deseados lip cream stain de la marca.
Una primera anotación debo hacer: no utilices estos labiales tan mates, tan precisos o tan necesitados de precisión, sin un perfilador "ad hoc". Si vuelves la vista al anterior post verás un "selfie" en el que aparezco con el colorete The honey queen y labios rojos, imagen que (ya siento la inmodestia) desprende un fulgor muy especial..., pero mi lamentable pulso a la hora de delinear mis labios estropea el conjunto 😭.
Y ¿cuál es la solución para una hobbit pija que no duda en adquirir un nuevo colorete o barra de labios pero en cambio le duele comprar miles de delineadores, uno para cada color? Pues un perfilador transparente (o universal) como este de Sephora: cumple su cometido con total discreción.
Me llevé, por supuesto, el ansiado número tres beso de fresa: un rojo poderoso pero dulce, un rojo afrutado, un rojo terciopelo como nunca tuve otro igual. Hay que destruir un mito, sin embargo: estos labiales no son intransferibles, es más, transfieren muchísimo, manchan la piel, el vaso, el cigarro de quien fume (gracias a Dios no es mi caso), y por supuesto la ropa: esa magnífica chaqueta color beige dorado que veis en la primera imagen fue víctima de su rojísimo ataque. La novedad radica en mi opinión en que del labio no parece desaparecer nunca el color por mucho que se pose también en otras superficies. Y en ese acabado rojo terciopelo, de película, de diva del cine clásico de los años cuarenta.
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La duración es excepcional: a mi me aguantó una jornada entera, es verdad que sin comer, pero me pareció increíble ver el aspecto de mis labios tan impecable durante tanto tiempo, algo inédito en mi vida hasta entonces. Pero lo mejor de todo es la comodidad. EL CONFORT. Así, en mayúsculas. El término "cream" de su nombre está merecidísimo. Desmaquillarme los labios por la noche y vérmelos bien, sin sufrir: un espejismo.
Y, si al principio me arrepentí un poco de haber hecho caso a Tomás y haberme llevado un tono tan diferente, tan extraño, tan poco favorecedor pensaba, ahora me alegro: creo que la diferencia es buena y que como tantas veces han repetido colosos como Baltasar G.Pinel y el mismo François Nars, el maquillaje es diversión, transgresión creadora..., "una grieta hacia el alma ".