Emoción a raudales es lo que sentí cuando supe que Becca, la firma australiana de la que oí maravillas a Bliur y que hasta hace dos segundos sólo se podía conseguir viajando a Estados Unidos, aterrizaba en Logroño de la mano de Sephora. El pasado jueves fui, a la aventura, a conocer una marca famosa por sus bases y prebases, por sus iluminadores.
Iluminadores que me arrebataron el alma, nada más verlos. Así como suelo ser más escéptica y más difícil de enamorar con los productos líquidos, esos fondos fluidos de lujo que no bajan de cuarenta euros y son un caldo de siliconas, los productos en polvo tipo coloretes me fascinan. Vi con mis propios ojos el famosísimo iluminador champán pop, que aquí en Europa una mojigatería ramplona hace que no pueda tener nombre alcohólico, bautizándose así como C pop, ¡como si por eso fuera a descender el porcentaje de botellones de adolescentes en las grandes ciudades!
Y encontré un rubor cobrizo muy parecido a mi añorado Múltiple South beach de Nars, como cuento en mi último vlog de YouTube:
Como se vislumbra al final del vídeo, en esa misma tarde Carlota me ofreció maquillarme con productos de la firma. Y ese fue el comienzo de un viernes glorioso, disfrutando de uno de los mayores placeres que hay en la vida. Recordé mis viajes a Madrid, en el rincón de Nars Goya con Franc Delgado maquillándome, ¡cuánto tiempo sin esa sensación!
Primero os ofreceré la fotografía que representa "el antes", que justo ese día era catastrófica porque estuve bajo el sol la tarde anterior sin protección, y por primera vez en años sufrí de una alergia solar como nunca: mis mejillas eran cráteres, volcanes formados por islas de granitos rojos por doquier.
Cuando llegue a Sephora, Carlota estaba terminando una reunión y fue Mar quien comenzó a trabajar mi piel con una emulsión casi mágica que siempre le agradeceré el habérmela descubierto, que será el nuevo objeto de los desvelos de mi tocador -desde ya está en mi wishlist y a finales de mes pienso hacerme con ella-:
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Estoy hablando, por supuesto, de la nueva emulsión para piel sensible de Biotherme, Life plankton, un elixir para calmar pieles reactivas, alérgicas, enfadadas..., en una palabra, para calmarme a mí. Fue masajear esta maravilla por mi piel y el confort entró en mi vida, invadiéndome en oleadas de serenidad. Luego he buscado este producto en Google y está libre de alcohol, perfumes, parabenos, y aceites minerales. No, no está libre de silicona, eso sería ya el paraíso. Pero siempre me habéis oído repetir que cuando la silicona va precedida de buenos ingredientes, estos principios activos la neutralizan. Y en este caso los ingredientes son de diez: Escualano, glicerina, mi adorada manteca de Carité y vitamina B. Esta maravilla cuesta cincuenta y nueve euros los cincuenta mililitros y me parece que funciona a modo de pre crema pero también de crema única, sobre todo en verano. Va a ser mi próximo tratamiento de cabecera.
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Acto seguido apareció Carlota para maquillarme; eligió el primer Firstlight (el moradito), para neutralizar rojeces, aunque se me habían reducido en la mitad. Luego miré los ingredientes de esta prebase y me gustaron bastante, no así los de la base Aqua Luminous a pesar del nombre tan poético que tiene, vi que su primer ingrediente es en efecto el agua..., y el segundo Dimethicone #Drama. Hay mujeres que dicen no perdonar la silicona en una crema, pero a mí me parece que detrás de una constelación de vitaminas, principios hidratantes y mantecas altamente regenerativas y calmantes pasa muy desapercibido, en cambio en un maquillaje y sólo después del agua tarde o temprano asfixiará los poros.
Eso sí, el aspecto jugoso, transparente, reluciente que regala esta base a la piel no lo puede negar nadie..., como tampoco podemos negar que hace surcos en la piel al beber agua: no supera la prueba de la fuente y es muy siliconada,
ergo no es para mí. Una tentación menos.
Lo que sí resulta no ya una tentación sino un deseo de consecución inminente ( como se agotó esa misma tarde me he puesto en lista de espera para adquirirlo) es el corrector Under eye, ese tarrito de tapón color oro rosa. No es que tape ojeras que no tengo, es que hace maravillas limpiando de cansancio (que sí se me acumula) esa zona del rostro: es pura luz en un tarrito, Vale cada uno de los veinticinco euros que cuesta.
De los iluminadores, el día anterior me había quedado prendida del Moonstone, que aporta una luz muy blanca (sólo apta para pieles claras me temo) pero con un matiz dorado tan bonito que me obnubiló desde el principio como se ve en el vídeo.
Sin embargo, como ya lo había probado con mis manos pecadoras (y apuntado en mi lista de deseos, aunque antes debo catar el famoso Hot sand en polvo de mi amada firma Nars, que yo no olvido los viejos amores), en la sesión de maquillaje le di carta blanca a Carlota que se decantó por una mezcla de C Pop en crema y Ametist en polvo. C Pop me pareció cálido y precioso aunque un poco volátil, en mi piel desaparece pronto mientras que Moonstone y Ametist permanecen, ¿será culpa del formato?
Ametist es una joya, desde el relieve en forma de estrella poliédrica de la pastilla hasta el tono lavanda pálido del pigmento, que mi dependienta favorita utilizó también en el arco de la ceja.
Acto seguido me maquilló los pómulos con el colorete Hyacint..., y también los párpados: si este rosa me había dicho muy poco en las mejillas, en los ojos me enamoró. Los ilumina, los abre, sublima el poco matiz verde que haya en mis pupilas color miel.
Luego comenzó la pesadilla. Qué soy un poco mala, pero a mí me alivió: para carlota fue dificilísimo maquillar mis pestañas y aplicar eyeliner, y pensé, pues soy torpe pero lo normal. Es que mis párpados son muy puñeteros. De hecho, el eyeliner Perversión de Urban Decay aguantó cero a ras de pestañas: media hora después de las fotos mis párpados eran los de un mapache. No sos vos, soy yo, le dije al eyeliner muy bajito. Yo, como mi abuela, que ayer dijo: "yo no es que hable sola, es que le hablo a las cosas". Abuela de Adaldrida, 2017. Pues yo lo mismo.
Et voilà! El resultado: luz, luz a raudales. En los labios llevo el Shine 61 de Sephora que Carlota eligió porque "es muy tú" pero sobre todo porque es idéntico al color de los pendientes en forma de pintalabios que llevaba aquel día, regalo de una compañera de trabajo. El tono es muy yo, efectivamente, pero lo prefiero en otras texturas. El Shine 61 no lo compraría porque me dura poco más que un suspiro. 😔
¿Que cuál es mi primera impresión de la marca? Me gusta más que Marc Jacobs, me gusta más que Kat Von D, me gusta mucho más que Benefit y tanto como Too Faced. Sólo la supera Nars en mi corazón, al primer amor se le debe fidelidad. Me han hecho muy feliz estas dos tardes, una de mirar por vez primera y grabar en vídeo y enamorarme de un colorete cobrizo que pronto reseñaré..., y otra de ponerme en manos de quien sabe, relajarme... y disfrutar. Para eso nos maquillamos, potingueras.