No creo que nadie llegue a vislumbrar la belleza, clásica y sublime en su sencillez, de un reloj Daniel Wellington, hasta que lo vea reluciendo en su propia muñeca.
Un deslumbramiento del que acabo de ser flamante protagonista, después de autoregalarme esta joya atemporal. Esto no es una colaboración, y lo específico aunque ni por un momento dudo de la sinceridad de muchas youtubers afortunadas que recibieron un reloj de esta firma, es más: les estoy agradecida. Pues gracias a Pórpora, a Arroin, a Marylin’s closet..., caí en el embrujo de la sofisticación que no pasa de moda.
Por eso cuando tanto compañeras como lectoras de este espacio me preguntaron "¿qué te vas a regalar cuando cumplas los cuarenta?", vino diáfana a mi mente la imagen de este reloj imbuido de un inconfundible estilo brittish.
Es cierto que al principio, cuando estalló la fiebre de las correas Nato, se me atragantó tanta multitud de originales y clones, “en ocasiones veo relojes Daniel Wellington...” Hasta que lanzaron las versiones minimalistas y de correas milanesas en oro rosado y cambié de opinión porque, ¿pueden ser más bellas? ¿Pueden casar mejor con mi anillo romano de bronce en forma de cerradura?
Así que me dediqué a investigar la página web y acabé eligiendo el modelo Classic Petite Melrose de 28mm, con la pulsera en oro rosa a juego. El conjunto cuesta ciento cincuenta y nueve euros pero existen varios códigos para conseguir una rebaja del quince por ciento: yo ytilicé el de Marylin´s closet, Marianela 15.
El reloj me llegó en dos días a casa, en un precioso estuche. Al principio se me hizo raro porque viene sin segundero: verdaderamente es la ley del minimalismo sofisticado.
Os cuento una pequeña curiosidad personal, prescindible pero muy entrañable: el reloj se parece mucho al antiguo que usaba mi bisabuela, y la pulsera es muy parecida a la pulsera de pedida de mi madre. Con esto quiero decir: el estilo os cautivará si sois clásicas, románticas pero sin complicaciones al mismo tiempo.
Su belleza es hipnótica en su simplicidad. He elegido la malla en oro rosado y la esfera blanca por si en primavera me da el repente de pedir una correa blanca "Bondi". El reloj es de cuarzo japonés, resistente a tres atmósferas. No pienso arrojarme al mar con él vistiendo mi muñeca, pero es bueno saber que resiste a la lluvia.
Y aquí termina la saga fuga de los regalos, propios o ajenos, de un cumpleaños tan redondo, coronado por un vlog como los de antes:
Como siempre he dudado mucho a la hora de publicar, y sigo con mi debate interior sobre cerrar o no mi canal de YouTube. No puedo con la mediocridad, pero una fuerza incontrolada me arrastra a grabar y editar, aunque sea con medios rudos. To be continued!
