Pinduck London no es solo una de las muchas modas del momento, es mi marca
low cost favorita. Una arriesgada afirmación que puede hacerse cuando te fascina el noventa por ciento de los productos que has probado de una firma, y con ésta en concreto fue todo amor..., desde la primera compra hasta la última.
Pinkduck London es una marca inglesa (obviamente), que vende productos muy, muy baratos y que en España se distribuye en las perfumerías Primor. Ya en el pasado verano me habían tentado sus esmaltes de uñas de la Cake Collection, que recreaban esa ternura que yo suelo buscar en un cosmético a veces.
Sin embargo, la hora de probar sus productos llegó a finales del pasado año, en Madrid, cuando me acerqué a Primor un poco antes de recoger a mi gran amiga Merl en la estación de Atocha, para comprarle un pequeño detalle.
A ella le suelen gustar los rojos de labios mates, así que por 1,99 encontré el labial líquido mate de esta marca en el tono número cinco, rojo coral, que me enamoró para ella. Y aunque yo no suelo ser partidaria ni del formato ni del acabado, caí rendida ante el tono número dos, un rosa entre labio natural y batido de fresa, una absoluta cucada. Los labiales líquidos mates de esta casa estaban incendiando las redes en esos momentos, y quise averiguar si valían semejante furor.
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Me he tomado mi tiempo: he tardado tres meses en gritar al mundo que no puedo vivir sin este labial. No me reseca el labio, no me lo irrita a largo plazo ni me lo cuartea al instante. Cuesta 1,99 euros y es mi labial líquido mate de cabecera. Y no sólo es que adore su tonalidad rosa pastel, es que me hace sentir cómoda, segura, en casa: sí, dura una eternidad y no me abandona..., pero por encima de esta virtud, que a veces parece absoluta, posee otra que a mi parecer es aún mejor: hace que mis labios se vean realmente bonitos aún en un maquillaje fallido, de piel cansada y exceso de iluminador.
En el medio, mientras me dejaba seducir por este labial iba probando otras joyas por menos de dos euros: lacas de uñas y coloretes.
En ese mismo día de labiales líquidos, té en vajilla inglesa y amistad, me estrené con el color plata de la colección de metalizados que Pórpora Porpita había descrito con las mágicas palabras: "efecto espejo". Este esmalte plateado consigue, por 1,99 euros, el mismo efecto cromo brillante que otras lacas míticas de Opi o Essie por más de doce euros. Y dura intacto cinco días en mis uñas.
Y en Primor Logroño encontré un ejemplar de la ansiada colección veraniega de lacas en tonos pastel, el número 312, un suave crema de lavanda de consistencia algo
jelly, translúcida, pero que aguanta una semana entera intacta, algo inédito en mis uñas y, de nuevo, por menos de dos euros. Vi otros ejemplares de la colección, rosas, dulces y sólidos, pero no me parecieron tan especiales y adiviné un acabado cremoso que en tonalidades tan claras no suele funcionar bien.
Y la última tentación económica que, vía YouTube, ha soplado Pórpora Porpita en mis dulces oídos, es este colorete que cuesta nada más y nada menos que un euro y medio. Por ese precio se le perdona el tapón a rosca, la ausencia de espejo y hasta el olor a talco: el rubor más barato del mercado se declina en cuatro tonalidades y una de ella es un rico melocotón.
Peach blush de Pinkduck London o cómo conseguir un pigmento duradero, mate pero luminoso.
Si algún defecto tiene, es que cuesta modular tanta intensidad. Hay que trabajarla muy bien con la brocha, por eso es más bien un colorete de tocador y no tanto un producto de uso rápido para llevar en el neceser.
De cuatro productos me gustan los cuatro. Por eso, a pesar de ser una marca relativamente nueva y pobre en variedad, se ha convertido en mi firma
low cost fetiche. Porque lo breve, si es bueno, puede ser muy, muy bueno.