Octubre es un mes para retomar rutinas y renovar armarios.
Ambas acciones van de la mano en esos días de medio lluvia, cuando sales de la oficina y todo tu ser grita "¡quiero ir a casa!", pero tu particular Pepito Grillo (es decir, tú misma en tu mejor versión), tira de ti hacia el gimnasio...
Y hay que ponérselo fácil a la conciencia: lo mejor es ir al trabajo vestida más o menos como para hacer deporte, y huir de la tentación que supone parar en casa a recoger la mochila.
Pero ¿cómo se logra eso? Una solución es vestir un conjunto básico de mallas negras y top negro que sea formal y a la vez puedas sudar a gusto (teniendo otro par en casa de repuesto), y para encima elegir algo coqueto que marque la diferencia en el lugar de trabajo.
Por ejemplo, una preciosa camisa de cuadros pero alejada del estilo leñador, más bien de estética "lady". La compré por quince euros en una tienda local de Logroño que se llama Dana; es de la marca Cashew Flower y de la talla 46. Completan el look unos zapatos rojos de cuña y una bolsa de tela con gatos estampados que me compré en Tiger por dos euros y que no sólo me servía de bolso sino que en ella guardaba mis deportivas de Decathlon.
... Pero ya ni siquiera tengo que llevar el calzado en una bolsa, pues he conseguido unas sneakers absolutamente discretas: negras, mates, con velcro... ¡incluso rozan la elegancia!
Está claro que no son un par de tacones de Jimmy Choo, pero se estilan mucho las zapatillas deportivas en contextos urbanos. No hablo de llevarlas a una boda o evento muy formal, pero un día cualquiera en el trabajo, sí.
Y hoy las he llevado a la oficina con un outfit geométrico en blanco y negro y he preguntado a mis compañeras más elegantes y exigentes si podría llevarlas. La respuesta ha sido afirmativa: las puedo usar perfectamente en ambientes formales siempre que las combine bien: resulta obvio que si las llevo con un chándal, el problema no serán precisamente las zapatillas.
Me chiflan porque tienen algo de amortiguación y suelas con relieve, ideales para andar y para la elíptica. Son de Joma, una marca a la que tengo cariño porque firmaba mis patines de cuatro ruedas de cuando era niña. Costaban treinta y ocho euros en una zapatería local pero me las han dejado por treinta.
Y tú... ¿cómo concilias trabajo y deporte?
Ambas acciones van de la mano en esos días de medio lluvia, cuando sales de la oficina y todo tu ser grita "¡quiero ir a casa!", pero tu particular Pepito Grillo (es decir, tú misma en tu mejor versión), tira de ti hacia el gimnasio...
Y hay que ponérselo fácil a la conciencia: lo mejor es ir al trabajo vestida más o menos como para hacer deporte, y huir de la tentación que supone parar en casa a recoger la mochila.
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Otro momentazo "selfie en los probadores" |
Pero ¿cómo se logra eso? Una solución es vestir un conjunto básico de mallas negras y top negro que sea formal y a la vez puedas sudar a gusto (teniendo otro par en casa de repuesto), y para encima elegir algo coqueto que marque la diferencia en el lugar de trabajo.
Por ejemplo, una preciosa camisa de cuadros pero alejada del estilo leñador, más bien de estética "lady". La compré por quince euros en una tienda local de Logroño que se llama Dana; es de la marca Cashew Flower y de la talla 46. Completan el look unos zapatos rojos de cuña y una bolsa de tela con gatos estampados que me compré en Tiger por dos euros y que no sólo me servía de bolso sino que en ella guardaba mis deportivas de Decathlon.
... Pero ya ni siquiera tengo que llevar el calzado en una bolsa, pues he conseguido unas sneakers absolutamente discretas: negras, mates, con velcro... ¡incluso rozan la elegancia!
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Zapatillas en otoño |
Está claro que no son un par de tacones de Jimmy Choo, pero se estilan mucho las zapatillas deportivas en contextos urbanos. No hablo de llevarlas a una boda o evento muy formal, pero un día cualquiera en el trabajo, sí.
Y hoy las he llevado a la oficina con un outfit geométrico en blanco y negro y he preguntado a mis compañeras más elegantes y exigentes si podría llevarlas. La respuesta ha sido afirmativa: las puedo usar perfectamente en ambientes formales siempre que las combine bien: resulta obvio que si las llevo con un chándal, el problema no serán precisamente las zapatillas.
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Una buena suela... |
Me chiflan porque tienen algo de amortiguación y suelas con relieve, ideales para andar y para la elíptica. Son de Joma, una marca a la que tengo cariño porque firmaba mis patines de cuatro ruedas de cuando era niña. Costaban treinta y ocho euros en una zapatería local pero me las han dejado por treinta.
Y tú... ¿cómo concilias trabajo y deporte?