2019 va a ser para mí el año del rouge, del labial rojo. Un color que empodera, que nos hace sentir poderosas y no por pisar cabezas a nuestro paso ni ejercer tiranía alguna, sino por el sublime poder que desprende la belleza.
Un tono con el que no me suelo atrever por culpa de prejuicios propios (siempre creí que me hacía "cara de cabaretera", y que marcaba esa papada que ahora, afortunadamente, está menguando); y prejuicios ajenos (a mi familia en general le horroriza la boca tan marcada).
Pero como no es ningún pecado eso de "pintarse los morros" hasta desfallecer, voy a animarme con el rouge por encima de Carlos Quinto, como decía una buena amiga, y ¡que arda París!
Mi primer rouge de 2019 fue en realidad el último regalo que recibí en 2018. Al borde de tomar las uvas, mi prima Cecilia me dijo "no llevas nada rojo para saludar el Año Nuevo", y trajo su barra de labios Western de Isabel Marant, con la que me maquilló a mí y a todas mis sobrinas, que tras el brindis me besaron con empeño. Así me veis en la primera imagen, feliz, con los labios furiosamente rojos y las mejillas a rebosar de besos, rojos también.
Mi prima me dijo: "¡Ro, te queda tan bien que te lo regalo! Y desde las doce del día treinta y uno descansa en mi bolso este rouge alegre, mate pero placentero, de matiz coral y elegancia festiva.
El segundo rojo es muy distinto, ya que no es sólido sino líquido, está repleto de purpurinas y no tira a naranja sino a fucsia. Es el Liquid Glitter Storm de Catrice en el tono CO2 y es ya muy difícil encontrarlo: pero en la perfumería Druni aún lo tienen.
Al aplicarlo parece un labial líquido mate como otros pero, aparte de no resecar los labios, cuando los presionas aparece ese destello rosa neón sublime, que blanquea tus dientes en una ilusión óptica y que no te abandona en toda una jornada. ¡Magia para la traca final de fiestas de Navidad!
