Nueva paleta, flamante lanzamiento en Urban Decay. Naked Honey, “sensual e irresistible", proclama la firma. Enseguida comienzan a correr ríos de tinta digital: blogs, perfiles de Instagram, vídeos en canales de Youtube alabándola. Acudes a Sephora para toquetear la nueva sensación del momento... de esta semana, tal cual "el amor de mi vida de este mes".
Y sí, te encandila por unos segundos, pero entonces ves el precio, cincuenta y dos euros cincuenta y dos, y piensas: "está claro que no la necesito, pero... ¿realmente la quiero?"
Hace poco asistí a unas magníficas sesiones sobre afectividad, que me dejaron muy claras algunas ideas. Y una de ellas es: conócete a ti misma y párate a distinguir "qué siento, qué quiero y por qué". Un ejemplo:
Es un hecho que me atraen irresistiblemente las hamburguesas del McDonalds. Una adición dormida que de repente despierta y me lo hace pasar muy mal. Según mi corazón, las comería por docenas.
Pero si me paro a pensar qué quiero y por qué, me doy cuenta de que lo que de veras me vuelve loca es esa combinación de carne, mostaza y pepinillos. Así que compré una hamburguesa magra de pavo, un bote de Heinz y otro de pepinillos en vinagre, y a disfrutar de un plato rico y sano.
Me diréis que me he alejado mucho del tema, pero ante una dorada tentación es bueno reflexionar así. ¿Realmente quiero una paleta que cuesta cincuenta euros? ¿Qué es lo que la hace tan adictiva a mis ojos?
1. Es nueva, todo el mundo habla de ella, yo también quiero hacerlo. Tiene ese halo de glamour... efímero. Esta razón no me sirve.
2. Me gusta el acabado metalizado y me enamoran los tonos oro viejo, oro verdoso, maravilla.
En definitiva son solo dos sombras, de las doce que contiene la paleta, las que me hacen perder pie. Golden y Honey, en la imagen anterior.
Lo demás es prescindible, o lo tengo ya en casa: tonos mates y cálidos como los de la Petite Heat de Urban Decay, y preciosos tonos metal en oro viejo u oscuro, que ya poseo en la paleta Skin Deep Eye de Nars, que voy a sacar a pasear en esta nueva temporada.
Respecto a Golden y Honey... son sombras soberbias, sí, pero ¿no tendré ya algo parecido en mi tocador? Me viene a la mente la sombra individual Etrusque de Nars, guardada como una joya. La textura no es tan metálica pero el acabado es oro puro y seda pura.
Aunque, si no quiero rebuscar en mi neceser sino hacer alguna adquisición razonable, aquí tenemos las nuevas sombras Metal Effect de Sephora, pura cremosidad y brillo metálico, que cuestan seis euros con noventa y cinco la unidad...
Y que ofrecen un rico tono ámbar dorado llamado Gold Digger, que podría calmar mis ansias de lucir quilates en mis párpados en el otoño que comienza.
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Hace poco asistí a unas magníficas sesiones sobre afectividad, que me dejaron muy claras algunas ideas. Y una de ellas es: conócete a ti misma y párate a distinguir "qué siento, qué quiero y por qué". Un ejemplo:
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Pero si me paro a pensar qué quiero y por qué, me doy cuenta de que lo que de veras me vuelve loca es esa combinación de carne, mostaza y pepinillos. Así que compré una hamburguesa magra de pavo, un bote de Heinz y otro de pepinillos en vinagre, y a disfrutar de un plato rico y sano.
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1. Es nueva, todo el mundo habla de ella, yo también quiero hacerlo. Tiene ese halo de glamour... efímero. Esta razón no me sirve.
2. Me gusta el acabado metalizado y me enamoran los tonos oro viejo, oro verdoso, maravilla.
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Lo demás es prescindible, o lo tengo ya en casa: tonos mates y cálidos como los de la Petite Heat de Urban Decay, y preciosos tonos metal en oro viejo u oscuro, que ya poseo en la paleta Skin Deep Eye de Nars, que voy a sacar a pasear en esta nueva temporada.
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| 2010: ¡qué tiempos! Tiempos de cejas salvajes |
Respecto a Golden y Honey... son sombras soberbias, sí, pero ¿no tendré ya algo parecido en mi tocador? Me viene a la mente la sombra individual Etrusque de Nars, guardada como una joya. La textura no es tan metálica pero el acabado es oro puro y seda pura.
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Y que ofrecen un rico tono ámbar dorado llamado Gold Digger, que podría calmar mis ansias de lucir quilates en mis párpados en el otoño que comienza.