Siempre creí que a los cuarenta ya no me harían ilusión los regalos de Reyes. Ni me gustarían los unicornios. Ni el color batido de fresa Okey. Pero soy yo, tengo que aceptarlo: la magia continúa.
Si me sigues desde hace tiempo, sabrás que en mi familia somos muchos y que Reyes es una auténtica fiesta. Hemos intentado racionalizarlo, llegamos a instaurar el Amigo Invisible..., pero no funcionó. Somos todos para todos, y podemos pedir a los Reyes una tontería para cada uno de nuestros seres queridos..., pero la copa rebosa siempre.
No entiendo a esas personas que piensan que sólo se pueden regalar cosas "serias" y por supuesto con precios de cincuenta euros para arriba..., cuando uno de los detalles que más ilusión me ha hecho es ¡un patito de manopla, de los de guiñol infantil!
A Mi Primo el del Iphone le regalaron una ranita. Nos pasamos media mañana jugando como críos, como aquel año en el que nos dejaron el Katakrash. Claro que no voy a engañaros: hubo también regalos de puro lujo:
Como este abrigo que compramos mi madre y yo en Madrid, en Elizabeth Cros´s, mi diseñadora favorita últimamente. Una joven promesa española (andaluza) que tiene su local en la Glorieta de Quevedo. El abrigo es de paño, azul petróleo y con grandes solapas y pliegues en los bolsillos.
Mi padre, fiel a sí mismo, volvió a regalar artesanía. Sabe perfectamente que adoro los gatos y que mi ilusión secreta es adoptar uno, pero ni mi estilo de vida ni el poco afecto a los animales del resto de la familia me permiten hacerlo realidad por ahora..., y siempre que tiene ocasión Mr compra gatitos de porcelana o cerámica. Un amor.
Lo del abrigo, comprado junto a mi madre porque me necesitaba “de maniquí”, y estrenado en Nochevieja, no es habitual: lo tradicional es que los regalos sean sorpresa.
Por ejemplo, en esa bolsa de charol rojo había un poco de dinero..., pero envuelto en papel celofán como si fuera un caramelo. La taza retro iba dentro de la bolsa de tela con un Papá Noel: es de Casa Viva y me fascina, ¡tiene mi inicial!
Este año he tenido un par de regalos de belleza, lo que no suele ocurrir. Por un lado, el bálsamo labial Orgasm Afterglow de Nars, que protagonizará el primer Bésame mucho del año, y por otro un set de secador y plancha de viaje, marca Jata. Había pedido unas mini planchas para domar el flequillo, y Sus Majestades añadieron el mini secador.
Otro regalo que me ha hecho una ilusión enorme es este bolsito de Parfois, tarjetero y funda de móvil. Para salir a comprar pan con las llaves en el bolsillo y esta monada colgada del cuello.
Regalo de unos Reyes que me conocen muy bien: esta botella de color azul piscina con pajita y un unicornio al estilo My Little Pony estampado.
Miradlo en mi mesita de noche, sobre la n¡bandeja de Zara Home y acompañado por un libro de Jane Austen, el bebé de porcelana con cuna de madera blanca heredado de mi abuela, los Sonny Angel que me regaló mi tía y... un unicornio que me regaló una amiga.
Encaja muy bien, ¿no es verdad?
¿Y esta mantita gozosísima para sofá de Primark? Se la pidió a Baltasar Mi Primo el del iPhone. Tiene borreguito por dentro, y me acompaña en mis sesiones de Ley y Orden y El Mentalista cuando cae la tarde.
2019 fue el año en el que se pusieron de moda las diademas y yo tenía muchísimas ganas de una..., que no me provocase jaqueca por culpa de la presión como las de Zara, Primark o H&M que he podido probar.
Ésta de Top Queens, la tienda en la que trabaja mi prima Claudia, es de pana y está forrada con dos ligeras almohadillas, por lo que no hace daño. Y su color, entre vino y teja, me tiene enamorada.
Un año más, nos hemos portado muy bien. Y nuestra copa rebosa.