Una intrépida lectora comentó que esperaba con ilusión los posts clásicos en mi blog por estas fechas: el de mi cumpleaños, el del plato de Navidad, los looks de Nochebuena y Nochevieja y la crónica de Reyes..., así que allá voy, adentrándome en el makimarujeo en estado puro.
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El 16 de diciembre fue mi cumpleaños y sí, me sigue ilusionando cumplir años rodeada de amigos y familia que me hacen regalos y me organizan fiestas a la puerta de las Fiestas con mayúsculas.
No me escondo. Es infancia espiritual, aunque ahora lo llamen "cultivar la niña interior"...
Comienzo por los regalos paternos. Mi padre me invitó al viaje Logroño-Sevilla, que no es grano de anís, y me compró la revista Telva de diciembre cuando se podía conseguir aún, con la sombra Sweet Heat de Mac de regalo.
Que fue directa a mi neceser, pues este tono piel repleto de minúsculas burbujas chispeantes es el complemento perfecto a los jumbos y lápices negros que guardo en mi bolsita de pinturas.
Por su parte, mi madre me regaló este cárdigan color magenta, y unos pendientes en forma de gatitos de nácar...
Estos últimos los vimos en el mercadillo de artesanía de Navidad, y es que el verdadero regalo fue pasear juntas por Sevilla iluminada la víspera de mi cumpleaños.
Por cierto que el bolsito chalelero metalizado que llevo en la imagen de entrada fue un homenaje que me hice yo a mí misma, pero eso es otra historia.
... El propio día de autos, después de desayunar con varios poetas que me regalaron un imperdible en forma de Niño Jesús, impermeable dije yo trabucándome, impermedible... Bien, pues después de disfrutar con estos juegos de palabras pude pasear por el barrio de Santa Cruz con mi madre, visitar el mercadillo y comer en un japonés.
Y luego, merienda por todo lo alto y fiestón con angel cake, velitas encendidas y copazos al final con Merl, sus hermanas, su madre y un par de amigas más.
Mi amiga no se contentó con organizarme esta gran fiesta sino que, original como ella sola, me regaló...
¿Un paraguas? ¡No! ¡Un parasol!
Fabricado en un tejido técnico que protege de los rayos solares con spf 50, y que es capaz de bajar dos grados la temperatura del pobre viandante que esté debajo en pleno julio sevillano...
Dice Merl que también sirve como paraguas y que si se moja se le dibujan flores en la superficie: ella se define como una persona práctica, ¡pero no puede evitar que sus poderes de elfa salgan a relucir!
Siguiente round: cena el día de después en mi casa con varios amigos que compartimos mis padres y yo, y aquí llega el turno de los regalos contundentes: Paco y Concha me trajeron una caña de lomo de bellota de la sierra de Huelva para esta Navidad, así, sin tontería.
Mis amigas Inma y Ana me sorprendieron con velas y un quemador de una colección de Navidad, y con jabones de armario de Melograno de Santa Maria Novella. Y me dejaron con la boca abierta, porque no estoy acostumbrada a que mis amigos me regalen cosmética de tanta calidad.
Por ir terminando, Charo y Javier eligieron para mí estos preciosísimos pendientes en forma de hoja, de acero bañado en oro como está de moda ahora, vamos, que no se van a poner feos nunca y eso espero, porque se han convertido de golpe y porrazo en mis pendientes favoritos de toda mi colección.
Y gracias a un dinero que me dieron mi abuela y mi tía Conchita adquirí este reloj vintage de Casio que llevaba haciéndome ojitos mucho tiempo..., y cuando fui a recogerlo, Marisa, dueña de la tienda Luna de Avellaneda, me regaló este anillo de resina para acompañarlo:
Porque así es ella: no es sólo la distribuidora oficial de Swatch, Casio y PD Paula en Logroño, sino que también ofrece bisutería muy original y única, y pequeños complementos.
¡Y esto es todo, o mejor dicho, toooodo! Me siento muy querida, agradecida, bendecida no tanto por lo material como por el cariño que trasluce... ¿Con qué regalo te quedas tú?