Si os encontráis por una carambola del destino (o porque vuestro libre albedrío os lleva hasta el umbral de una de sus perfumerías) con el labial número tres de la colección Arctic Holiday de Kiko Milano... ¡corred a por él!
Porque su brillo metálico es embrujador, rojo y dorado a un tiempo, porque su magia es navideña y atemporal a la vez..., y porque vale cada uno de los casi ocho euros que cuesta.
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| Look de Año Nuevo |
Este rouge metalizado se convirtió en el protagonista de mi look de Año Nuevo: después de marear la perdiz entre varios labiales más o menos góticos, más o menos de fiesta (vosotras sois testigos), en el último momento recordé que había que despedir y recibir el año con algo rojo según una arraigada tradición, lo mismo que estrenar o que brindar con oro, supersticiones entrañables que a nadie dañan... Así que me decanté por este carmín poderoso y a su alrededor construí un maquillaje lleno de luz y de mirada potente.
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Los párpados fueron lo primero que maquillé por aquello de barrer luego el polvillo que cayera en las mejillas, pues utilicé una sombra muy oscura, azul oscuro casi negro como chispa dorada, la del extremo derecho inferiorde la paleta Sweet peach de Too Faced. La extendí con el pincel en forma de lápiz de Mac a ras de pestañas superiores e inferiores, juntando ambas líneas en la esquina externa trazando un ligero rabillo. Luego, dos capas de máscara de pestañas y un punto de gloss dorado de Guerlain en el lagrimal.
Perfilé los labios con el delineador Cherry de Mac y los rellené con el maravilloso labial de Kiko, que sabe cien por cien a Navidad... o a fiesta en cualquier otro momento del año.
Luego me centré en hacer brillar la piel y en domar mi pelo rubio platino, algo frágil tras mi último paso por la peluquería. Pero he descubierto un remedio para que mi cabellera no se vea encrespada, fina y llena de electricidad: "mojar" el peine con un par de gotas generosas del aceite milagroso de La Chinata, y peinar la melena incidiendo en las puntas y obviando la raíz. Respecto al flequillo, lo peino en último lugar cuando el aceite ha casi desaparecido del peine.
Así se logra un acabado que no es sucio sino "wet", y que descubrí en realidad por azar un día en el que iba a la piscina y me embadurné bien el pelo, luego llegó la elíptica a casa y se puso a llover, cambié de planes e iba toda acomplejada pensando "se me verá el pelo graso", cuando la gente me preguntaba, muy por el contrario, cómo había logrado ese efecto húmedo tan bonito. Ensayo error... o acierto.
Por último, de la luz en las mejillas se encargó el iluminador Peach kiss de Makeup Revolution, que se ha convertido en mi "colorete-no-colorete" preferido, y en zonas altas del pómulo y tabique nasal apliqué con mano generosa el iluminador líquido Starlight de la misma firma, un tono luz metalizada de matiz rosa.
Termino este primer post del año ofreciendo a mis sufridos lectores el que también es mi primer vídeo de 2018, un vlogmas para este nuevo concepto de canal naif, imperfecto pero con clara vocación de disfrute, de arrancar sonrisas e ideas al público. Mis próximas reseñas y reflexiones se van a nutrir de él: hablaré de mi visita a & Other Stories, de mi viaje a Primark y de la bomba de baño Intergalactic de Lush.
