Con el tiempo he aprendido a no dejarme seducir facilmente, hablando en términos cosméticos: una paleta de lujo, de edición especial, con envase tentador y veinticinco sombras radiantes puede resultar muy llamativa, pero luego criará polvo en un cajón o, corriendo la mejor de las suertes, se convertirá en un objeto decorativo en mi tocador..., y no es eso lo que quiero.
Por tanto, cuando surgió en pleno otoño del 2017, en mitad de mi idílica estancia en Roma, la fiebre de la paleta Naked heat de Urban Decay, me dediqué a contemplar su belleza de lejos, y a comprobar que en realidad sólo tres o cuatro sombras de la susodicha eran funcionales para mí.
En cambio, nada más ver esta diminuta preciosidad, manejable, cálida y mate en un vídeo de Dirty closet..., supe que era justo lo que necesitaba. Andaba a la búsqueda de básicos al mismo tiempo originales y en un formato reducido, y Urban Decay en esta ocasión escuchó mis deseos.
Porque no tengo sombras básicas mates en mi neceser, y a lo largo de todos estos años he aprendido que son los que de verdad te solucionan un maquillaje de párpados de lunes a viernes.
Porque pensé que cuatro o incluso cinco de las seis sombras que trae esta paleta las iba a utilizar a diario. Y porque sabía que esta inversión merecía la pena: veintinueve euros por seis sombras de calidad no es ningún atraco, y sé lo que digo porque desde hace meses estoy rellenando una paleta de Inglot y cuando he calculado lo que me costará en su totalidad me he horrorizado.
Corramos un túpido velo... mate, muy mate, eso sí.
Hasta ahora existían en la oferta de Urban Decay dos paletitas "basics" que para mi gusto eran sosas hasta morir, y una paleta Ultimate basics con tonos muy bonitos pero otros prescindibles para mí.
Esta última creación aúna dos tendencias, la de los tonos fuego y la de los básicos neutros, y ahí radica su éxito en mi opinión.
Empezamos por dos colores muy útiles, un marfil luminoso aunque no metálico ni repleto de purpurinas, y el clásico tono piel mate para aclarar la zona del arco de la ceja.
Seguimos con mi primer favorito del conjunto: una sombra a medias entre el beige neutro, el caramelo y el camel, mate por supuesto, perfecta para transición aplicada con una brocha de difuminar pero que también puede ser la clara protagonista.
Le siguen dos sombras color ladrillo o teja, barro cocido, con más o menos intensidad, que para muchas será el eje de la paleta y que a mí me gustan, pero no tanto como las tres ya reseñadas y...
... Esta absoluta delicia, la última o primera por la margen derecha: mate y borgoña o corinto, barroca, trágica, pigmentadísima.
Si volvéis a la segunda imagen de esta reseña, podréis comprobar la transferencia de estas sombras. En la yema del dedo son ricas y cremosas, al depositarse en l¡el dorso de la mano quedan impregnadas, de un solo trazo.
Desde que tengo esta paleta se ha convertido en mi absoluto básico diario, en mi comodín.
Este look fue realizado durante el fin de semana en Haro: esto quiere decir casi íntegramente con los dedos, a falta de pincel, y con cejas salvajes, no digo más. Os presento a Adaldrida, la reina de la imperfección 😂.
Apliqué la sombra piel en el arco subciliar, la sombra camel en todo el párpado móvil rebasando la cuenca, y mi amada sombra corinto a ras de pestañas con la única brocha que tenía a mano, la Smudge de Sephora que ya no existe pero he visto comercializada en los expositores de Beter.
Un consejo: haceos con una brocha de emborronar, junto con la de boli y la de difuminar salvan un maquillaje..., aunque no sea éste. Espero poder ofreceros versiones algo menos campestres en el futuro.
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En cambio, nada más ver esta diminuta preciosidad, manejable, cálida y mate en un vídeo de Dirty closet..., supe que era justo lo que necesitaba. Andaba a la búsqueda de básicos al mismo tiempo originales y en un formato reducido, y Urban Decay en esta ocasión escuchó mis deseos.
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Porque pensé que cuatro o incluso cinco de las seis sombras que trae esta paleta las iba a utilizar a diario. Y porque sabía que esta inversión merecía la pena: veintinueve euros por seis sombras de calidad no es ningún atraco, y sé lo que digo porque desde hace meses estoy rellenando una paleta de Inglot y cuando he calculado lo que me costará en su totalidad me he horrorizado.
Corramos un túpido velo... mate, muy mate, eso sí.
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Hasta ahora existían en la oferta de Urban Decay dos paletitas "basics" que para mi gusto eran sosas hasta morir, y una paleta Ultimate basics con tonos muy bonitos pero otros prescindibles para mí.
Esta última creación aúna dos tendencias, la de los tonos fuego y la de los básicos neutros, y ahí radica su éxito en mi opinión.
Empezamos por dos colores muy útiles, un marfil luminoso aunque no metálico ni repleto de purpurinas, y el clásico tono piel mate para aclarar la zona del arco de la ceja.
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Le siguen dos sombras color ladrillo o teja, barro cocido, con más o menos intensidad, que para muchas será el eje de la paleta y que a mí me gustan, pero no tanto como las tres ya reseñadas y...
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Si volvéis a la segunda imagen de esta reseña, podréis comprobar la transferencia de estas sombras. En la yema del dedo son ricas y cremosas, al depositarse en l¡el dorso de la mano quedan impregnadas, de un solo trazo.
Desde que tengo esta paleta se ha convertido en mi absoluto básico diario, en mi comodín.
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Apliqué la sombra piel en el arco subciliar, la sombra camel en todo el párpado móvil rebasando la cuenca, y mi amada sombra corinto a ras de pestañas con la única brocha que tenía a mano, la Smudge de Sephora que ya no existe pero he visto comercializada en los expositores de Beter.
Un consejo: haceos con una brocha de emborronar, junto con la de boli y la de difuminar salvan un maquillaje..., aunque no sea éste. Espero poder ofreceros versiones algo menos campestres en el futuro.