Nabla es una firma de gran calidad, no lo dudo, y que posee un gran número de adeptas, no lo ignoro, pero que a mí me suele dejar fría. Dicho lo cual, no he sido tampoco yo inmune al último ciclón mediático de la marca, ¡la sensación del momento!
Porque las ojeras han entrado con timidez en mi vida al cumplir cuarenta años, y siento una curiosidad digamos platónica por el famoso e inalcanzable corrector de Tarte... Y como dicen las lenguas sabias que éste podría ser un clon..., hace una semana llegó a mis manos un pedido de Maquillalia con el corrector Close Up en el tono Light Peach, y el colorete Harper de la pasada colección navideña.
Empecemos por este último. Nunca he tenido suerte con los rubores de la marca: suelen ser para mi gusto demasiado mates, pigmentados, polvorientos. Pero hacía tiempo que necesitaba un rosa claro para mis mejillas y en varias reseñas leí que Harper regalaba un tono rosa cuarzo perlado, y los cantos de sirena me volvieron a hechizar.
Me arriesgué y al abrir el paquete sentí de nuevo deslizarse la decepción por mis venas: me pareció que iba a resultar mate y plano en el rostro..., y desde luego muy subido de color.
Respecto al verdadero protagonista del pedido y de esta reseña, el envase me cautivó. Es muy similar al de Tarte pero en colores más tenues en el tapón, lo cual no es ninguna desventaja. Sin embargo, el tubo es bastante pesado y voluminoso si lo comparamos con otros correctores como el Liquid camouflage de Catrice, y el aplicador resulta demasiado ancho. Reparte mucho producto, no es nada preciso en su aplicación.
Elegí el tono Light peach porque el Ivory iba a ser muy claro y los siguientes quedarían ya demasiado oscuros. Acerté en el color y en el matiz, ligeramente asalmonado como Indica el nombre.
Leí que este producto no resecaba, que más bien hidrataba. Y es verdad, la ojera se siente tranquila y cómoda, pero el precio es alto: silicona en primer lugar de la formulación. Y aquí es cuando entro a matar, y confirmo mi impresión acerca de esta marca. Pagué por el corrector de Nabla quince euros mientras su homólogo de Catrice cuesta 3,99, me cubre igual, me gusta más el color y no me marca más las líneas de expresión ni siento más desértica la zona con él.
El rubor es alegre pero no perlado: mi idea del rosa cuarzo es mucho más renacentista.
En definitiva, Nabla sigue dejándome a medias, ¡tendré que probar alguna de sus legendarias paletas, en un futuro lejano, para terminar de caer en el embrujo!
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Porque las ojeras han entrado con timidez en mi vida al cumplir cuarenta años, y siento una curiosidad digamos platónica por el famoso e inalcanzable corrector de Tarte... Y como dicen las lenguas sabias que éste podría ser un clon..., hace una semana llegó a mis manos un pedido de Maquillalia con el corrector Close Up en el tono Light Peach, y el colorete Harper de la pasada colección navideña.
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Empecemos por este último. Nunca he tenido suerte con los rubores de la marca: suelen ser para mi gusto demasiado mates, pigmentados, polvorientos. Pero hacía tiempo que necesitaba un rosa claro para mis mejillas y en varias reseñas leí que Harper regalaba un tono rosa cuarzo perlado, y los cantos de sirena me volvieron a hechizar.
Me arriesgué y al abrir el paquete sentí de nuevo deslizarse la decepción por mis venas: me pareció que iba a resultar mate y plano en el rostro..., y desde luego muy subido de color.
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Respecto al verdadero protagonista del pedido y de esta reseña, el envase me cautivó. Es muy similar al de Tarte pero en colores más tenues en el tapón, lo cual no es ninguna desventaja. Sin embargo, el tubo es bastante pesado y voluminoso si lo comparamos con otros correctores como el Liquid camouflage de Catrice, y el aplicador resulta demasiado ancho. Reparte mucho producto, no es nada preciso en su aplicación.
Elegí el tono Light peach porque el Ivory iba a ser muy claro y los siguientes quedarían ya demasiado oscuros. Acerté en el color y en el matiz, ligeramente asalmonado como Indica el nombre.
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Leí que este producto no resecaba, que más bien hidrataba. Y es verdad, la ojera se siente tranquila y cómoda, pero el precio es alto: silicona en primer lugar de la formulación. Y aquí es cuando entro a matar, y confirmo mi impresión acerca de esta marca. Pagué por el corrector de Nabla quince euros mientras su homólogo de Catrice cuesta 3,99, me cubre igual, me gusta más el color y no me marca más las líneas de expresión ni siento más desértica la zona con él.
El rubor es alegre pero no perlado: mi idea del rosa cuarzo es mucho más renacentista.
En definitiva, Nabla sigue dejándome a medias, ¡tendré que probar alguna de sus legendarias paletas, en un futuro lejano, para terminar de caer en el embrujo!