Camaleón, un nombre acertado para esta paleta joya de la nueva firma XX Revolution.
Una paleta camaleónica por el tornasol cambiante y mágico de su empaque pero, sobre todo, por la versatilidad festiva que hay en la armonía de sus sombras:
Y es que hay tonalidades diversas pero complementarias que surcan y sobrepasan mi zona de confort. Hay un par de sombras luz, una blanco nuclear y otra en piel rosada, hay un tono ahumado de los que me gustan, muy especial porque posee un matiz bronce pero un claro tornasol ciruela...
Hay un azul noche de los que me atraen también: misterioso, metálico, centelleante y repleto de burbujas doradas, como de cuento... Y, de repente, hay un malva y un rosa casi fucsia que como he dicho en alguna ocasión no son los tonos que suelen maquillar mis párpados.
Claramente no es esta una paleta para tener como única en nuestro tocador, porque es puro glitter y no ofrece tonos de transición que contrasten, pero tampoco lo pretende ni nos engaña.
La primera sombra es blanca hasta el infinito, potente y algo más sólida que la rosada, que no posee base de color y es absoluto brillo, aunque también peca de etérea.
La tercera sombra es mi favorita, no hay ni que decirlo, y protagoniza mi primer maquillaje, sencillísimo: lo bueno de estas sombras tan espectaculares es que cubres el párpado con una de ellas, das un toque de glitter en el lagrimal y ya está listo.
Me gusta mucho esta sombra porque combina con el rosa y el malva, al integral ese brillo ciruela en su interior, ¡y con mis gafas nuevas de Visionlab, por la misma causa! Al aplicar el color rosado en lagrimal y solo esta tonalidad ahumada en todo el párpado sin sobrepasar la cuenca, el look con gafas se ve limpio, translúcido:
Incluso aunque se subraye ligeramente la línea de pestañas inferiores con la misma sombra.
Sin embargo, si el primer tercio de la paleta es mi preferido, soy consciente de que la fiesta, la "chicha" de la paleta reside en el segundo:
Ese azul metálico, eléctrico, entre noche, marino y cobalto me llamaba a grandes voces, para qué fingir. Pero también he aprendido a amar ese malva saturado de brillo y ese fucsia metalizado y misterioso, también cambiante, con un leve tornasol rojizo y lavanda.
El segundo look estaba cantado: mis párpados gritaban ¡azul!
Lo apliqué con un pincel de tipo lápiz de Sephora, de punta redonda y precisa, en ambos párpados rodeando el ojo a modo de halo. Y, en el lagrimal y bajo el arco de la ceja, con el mismo pincel limpio y aún húmedo extendí en un toque preciso el tono blanco y reluciente.
No terminaré mi reseña sin cantar una oda agradecida al lápiz de cejas de esta marca.
Yo nunca tendré unas cejas Benefit a menos que me las diseñen y maquillen ellos, y aún así serán efímeras, pero la mina y el extraño cepillo de XX Revolution consiguen ordenar y rellenar de un modo digno mis rebeldes cejas, y eso es más de lo que podía soñar.
