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Colorete Peaceful de Tarte: el deseo se hace realidad

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De mi lista de deseos caros, dije que los rubores de Tarte eran lo más accesible en un futuro muy próximo. Y es que tenía prevista una visita a Sephora durante mi fin de semana madrileño, que ha estado lleno de museos y comidas familiares.
Pero, entre exposición y exposición...


Hubo tiempo para reponer crema facial en una farmacia y para visitar rápidamente un Sephora, esta vez el que han abierto en Serrano.
El bálsamo labial que veis en la imagen fue un capricho de última hora en el Beauty to go, en la línea de cajas, pero yo entré en la tienda con el afán de probarme (y llevarme) el rubor Peaceful de Tarte.


Alguien dijo en mi anterior entrada que le parecían algo cutres estas polveras: a mí en cambio me resultan adorables. Redondas, del color de la pastilla que hay en su interior, radiantes y dulces como un macarón francés. Me recuerdan a los antiguos Blush Delicieux de L’Oreal, de hecho,pero más compactas.



Claro que cada uno de estos bebés cuesta treinta euros..., por lo que debemos asegurarnos de que la belleza esté también en el interior. Elegí el tono Peaceful porque en Temptalia lo comparaban con el ya desaparecido Papa don’t peach de Too Faced, que a su vez es clon del Apricot Rose de L’Oreal, que era mi favorito allá por el pleistoceno, en la era pre Nars.


Y sí, por lo que puedo recordar, se parecen. No contiene ese brillo casi bronce de los dos rubores mencionados, pero recrea un fulgor entre melocotón y rosa cálido, con una chispa dorada muy sutil. Y dura horas en la piel, quizás por la presencia de arcilla en su formulación. Aquí podéis verlo:


En Sephora me probaron, además del colorete Peaceful de Tarte, otro de mis sueños cosméticos: la mezcla de polvos de sol e iluminador Ambient Bronze Light de Hourglass. El bronceado que regalan ambos productos juntos es sutil y tridimensional, natural sin resultar plano y radiante sin purpurinas de carnaval.

P.S.: Ésta es una primera impresión. Acabo de comprarme el colorete y ha ido directamente a mi neceser, pero actualizaré la historia de amor o de hastío que se desarrolle entre nosotros a su tiempo.

Por menos de cinco euros: colorete Fresh Blush de Bell Hypoallergenic

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Sin abandonar categoría cosmética, hoy nos vamos a las antípodas de lo que propuse en el post anterior. Y es que en un mismo neceser pueden y deben convivir el objeto de culto más caro del momento y el más humilde y eficaz producto low cost..., ¡y que ambos den los mismos y mejores resultados!

Ah, y estoy en Oporto, pero os lo cuento otro día

Porque no hay nada mejor que un rubor melocotón dorado, melocotón encendido de sol y de ganas de verano..., que sirva de iluminador, que dure medio día en la piel y que cueste menos de cinco euros, ¿alguien da más? Ah, sí, y que se venda físicamente en la perfumería Druni y no haya que hacer malabarismos por conseguir un ejemplar.


Esta sencilla polvera de Bell ha dado muchas vueltas por la red antes de caer en mis manos: me enamoré de ella  por culpa de Rebe, pero seguro que Ratolina la mencionó en uno de sus vídeos también.
Siempre dice que lo mejor de esta marca son los productos en polvo para mejillas y estoy 100% de acuerdo: he tenido algún encontronazo reciente con la firma, pero su rubor en trío melocotón me fascina y lo usaba semanalmente... hasta que mi madre me lo robó: sorry not sorry.


Su envase me gusta y no me gusta: el tamaño reducido con tapa de plástico en tono melocotón es un sí rotundo, la ausencia de espejo no me pesa dado el precio que piden por él: cuatro euros con cuarenta y nueve céntimos: ninguna de las marcas que se mueven por ese rango lo incorporan...
Lo que me parte en dos es ese quiero y no puedo de adornar la tapa frontal con una tira de espejo que se ensucia y marca huellas digitales con sólo mirarlo.


Vayamos al interior, donde está la belleza: esta pastilla de color quita el aliento. Es un albaricoque soleado y sí, el Fresh Blush de Belle Hypo se declina también en un rosa tierno pero esta tonalidad sale victoriosa.


No solo colorea las mejillas en mi tono favorito sino que las arrebola, les da ese aspecto de salud campestre que tanto me gusta. Y un resplandor, un punto de brillo jugoso que convierte a esta pequeña joya de menos de cinco euros en un doblete de rubor e iluminador muy práctico.


Hablemos de duración y no prometamos eternidades, pero sí varias horas con ese fulgor tan apetecible, y luego un ligero tinte saludable en los pómulos. Esto es lo que sucede en este "Selfie con gaviota" en la catedral de Oporto: llevaba maquillada más de seis horas y mis mejillas no brillan como al principio..., pero ese halo de frescura melocotón resiste, ¡ahora y siempre!

Mi neceser básico para viajar en avión ✈️

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Viajar en avión es una experiencia abrumadora para muchos pero para mí sublime: el despegue, las nubes soleadas, la comida a bordo que tiene un sabor especial, el aterrizaje y las vistas de un nuevo mundo desde la ventanilla...


...Y sin embargo posee también sus inconvenientes: infames madrugones, embarques infinitos, la sequedad de la piel si la travesía es larga y que, aunque vayas al rincón más vecino, dentro de la Comunidad Europea, miren con lupa todas las pertenencias. Y, por supuesto, el neceser debe ser transparente y no debe haber nada líquido que supere los cincuenta mililitros.


Yo tenía un neceser de Sephora translúcido pero tornasolado, con matices dorados y malvas, precioso... que perdí, por lo que conseguí uno totalmente aséptico en Douglas y, ya de paso, una talla de viaje del que por ahora es mi desodorante favorito: el aerosol de Dove original.
Sí, tiene sales de aluminio, pero es que me protege tanto, como es libre de alcohol no me irrita y, sobre todo, huele tan divinamente bien a jabón y flores blancas..., que tengo que amarlo.


También encontré en Douglas unos frasquitos muy coquetos de colonia de Victorio & Lucchino a menos de tres euros y con exactamente treinta mililitros, y caí con Iris luminoso, pero éste fue un epic fail en toda regla. Al leer "iris" esperaba un toque jabonoso, íntimo, casi empolvado y con una salida chispeante...,pero en mi piel esto huele a colonia fresca de-toa-la-vía y ni siquiera dura.


Es que el aroma del desodorante Dove me inspira mucho más, y eso es triste. Señores de Dove, para cuándo una colonia con vuestra fragancia original, que los de Moussel se os han adelantado en la idea "olor de tocador gozoso hecho perfume", aunque en tamaño garrafa y envases poco prácticos, toda hay que decirlo.
En el apartado "limpieza facial" lo tenía fácil:la manteca desmaquillante de The Body Shop es un básico para mí y es ¡sólida!



Me fascina este producto del que he hablado ya en este blog pero volverá a protagonizar algún post de rutinas faciales: con llevar la muselina de la misma firma y buscar en algún mercado de la zona una buena pastilla de jabón ya tengo el trabajo hecho.
Me daba un poco de miedo llevar la loción hidratante de Cerave (mi nuevo descubrimiento cosmético, tendrá reseña para ella sola), porque contiene cincuenta y dos miilitros, pero me la dejaron pasar sin un pestañeo...


Y, por último, dos productos de mi ritual de belleza sin los que ya no puedo vivir, y que por tamaño me tenían muy tranquila: el suero EUK134 de The Ordinary para casi diario y la mascarilla Gravitymud de Glamglow dos veces en semana: uno consigue una piel fuerte, menos sensible, y la otra limpia, fija y da esplendor.



Con este puñado de tesoros embotellados en el tamaño y embalaje reglamentarios viajé a Oporto..., pronto os contaré qué hallazgos cosméticos encontré al llegar.

Oporto (I) Qué ver, dónde comer

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Boa noite! Hoy he decidido publicar un post extra, porque estoy en Oporto y me gustaría haceros un pequeño reportaje, para celebrar mi primera semana aquí.


Hace unos meses, cuando volví de un congreso en Venecia, publiqué una crónica llamada Qué ver, dónde comer, qué comprar..., pero eso fueron cuatro dias y aquí voy a vivir dos meses, disfrutando de una estancia de investigación, así que divido las fuerzas y hablaré de las posibles compras en la siguiente entrega.


Qué ver: es imprescindible hacer un paseo por el río en barco: aunque te claven quince euros por persona: a mí me invitó caballerosamente mi padre, porque yo les invito a mi madre y a él a mi apartamento portugués por alguna semana.
Vale, es muy de guiris y te piden la friolera de quince euros persona por un viaje que se te hace tan corto como una vuelta de noria, pero sólo así verás la ciudad de esta manera:


Pero hay también otros planes más baratos: visitar la catedral con claustro, jardín y torre que te sumerge en una vista panorámica de Oporto cuesta solo tres euros, y si vas a misa el pase es gratis, sorry not sorry.


Mi padre es experto en fotografiar mis selfies, lol

Que, por cierto, en Porto las misas están a rebosar. Y gente de mi edad, y todos los días, sin pudor alguno. La primera vez que fuimos a la Iglesia Do Carmo (la de los preciosos azulejos) y tuvimos problemas para sentarnos sin llegar especialmente tarde creímos que era fiesta de guardar en el país, pero no.


Hablando de azulejos, es absolutamente necesario visitar la estación de Sao Bento y es totalmente gratis, claro. Y pasear por una multitud de calles y callejas de la ciudad que tiene fachadas alucinantes:


Me impresionó la capilla de las almas en plena Rúa de Santa Catarina, la calle más comercial, la milla de oro que por supuesto cuenta con un Zara. Y con una iglesia que respira paz interior y belleza exterior: lo trascendente abriéndose paso a través del consumismo.


Tampoco cuesta dinero pasear por la ribera del río, con el viento en la cara y las bandadas de gaviotas volando raudas, cruzar el puente estilo Eiffel y llegar al barrio de las bodegas, donde se puede comer... Y así hemos llegado nosotros a la segunda sección del post.


Dónde comer: en mil sitios distintos y muy barato.
Incluso hemos encontrado un par de locales en zonas turísticas que te dan de comer por menos de doce euros persona, y muy bien.
En la zona de las bodegas recomiendo un garito llamado Sao Gonçalo en el que ves el mar mientras comes un bacalao a braga con unas patatas panadera que quitan er sentío, y veintidós euros pagué invitando a mi padre por una ocasión  en vez de viceversa.


Justo al lado está la Casa Portuguesa del Pastel de Bacalao, que es un edificio impresionante para ver y comer. Por quince euros tienes pastel y copa de oporto, y concierto de piano y lectura, porque las escaleras conducen a una biblioteca.


Y además donde te clavan es en la bebida, porque por solo cinco euros tienes el pastel que vale todo lo que cuesta: ¡lo hacen de modo totalmente artesanal ante tus ojos! Por supuesto, es una bomba calórica porque lo que cohesiona al bacalhau dentro del pastel es delicioso queso derretido.



Otra especialidad y delicia que se confecciona al momento y delante del público son los famosos pasteles de nata: se venden en las manteigarias, que las hay a millares, aunque la más bonita es la de Clérigos. Son unos hojaldres finísimos rellenos de crema, o nata como le llaman en Portugal...


Y es que el mundo necesita nata, y más en una ciudad en la que se caminan diez kilómetros cuesta arriba de media al día y el resto de la comida es bastante ligero, y barato: en cualquier tugurio local te ofrecen un caldo verde, con una base de verduras y patata que aglutina un como tropezones alguna hoja verde con glamour como el kale:


Esto nos ofrecieron en Porto Douro, en plena Rúa Santa Catarina que como digo es la calle de las tiendas elegantes... ¡y el plato cuesta un euro ochenta! En frente del Carmo venden unos merengues por cincuenta céntimos así que si un día tienes hambre y dos euros y medio en el bolsillo, puedes comer tu ración de verdura y azúcar y quedar satisfecha.


Pero mi gran recomendación en esto del Comer (Bien) en Oporto es el Restaurante RC, situado en plena avenida del Infante Enrique, bajando al río (exactamente es el número 77), Como veis e local es histórico e historiado como todo lo portugués: data de 1894 y relumbra de lámparas, espejos y dorados... Podrías esperar una clavada monumental y TripAdvisor dice que se come a la carta por cuarenta y cinco euros persona...


¡Pues no! De lunes a domingo hay un menú del día por doce modestos euros que incluye ensalada o sopa, bebida y plato principal. Y en la imagen veis la envergadura del pato principal: un salmón o una picaña con guarnición de verdura, frijoles, arroz y patatas fritas... ¡a este local hay que venir después de haber subido todas las cuestas de Oporto!


... Pero en cambio, después de comer es mejor dejarse mimar y subir en el magnífico teleférico, que por ocho euros persona promete (y cumple) un viaje inolvidable.

Oporto (II) Qué comprar: guía de vicios portugueses

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1) Qué comprar en Oporto: ¡Vinho! 
Todo tipo de licor puedes adquirir, si no vas a viajar luego en avión, en la famosa Garrafeira do Carmo que se anuncia en TripAdvisor pero que a mí me descubrió el poeta Miguel D´Ors, lo que conlleva mucho más glamour y verosimilitud...


Está como su nombre indica en frente de la sublime iglesia del Carmo, y te dan a probar lo que desees antes de comprar así que según las tentadoras palabras del poeta, "sales de allí ya moñao, pero con una moñadura de calidad".
Y no, yo no soy casi nada alcohólica (sólo me trasegué cinco chupitos de tequila la noche que celebrábamos uno de mis premios poéticos, que seguro viene ahora alguno de mis amigos poetas y me lo recuerda...), pero al lado está la pastelería Primar que, para mis males, me tienta mucho más.


Pero es que mirad el panorama. Te sientas a saborear un espectacular merengue por cincuenta céntimos, ¡cincuenta céntimos en un sitio turístico!, mientras contemplas la belleza de las dos iglesias barrocas más majestuosas de todo Oporto. De aquí, al Cielo.


De hecho acabáis de ver en esta imagen la cara de la felicidad, sin gota de maquillaje: todo esto para decir que por el vinho yo no me perderé, pero por el azúcar, un poquito. Menos mal que cenamos verdura en casa y subimos cuestas como descosidas.
Y ahora seguimos la crónica.



2) Qué comprar en Oporto: Libros y "cosas monas".
Hay muchísimas librerías de viejo y, junto a la mítica librería de Harry Potter que aún no hemos visto,  y sin salir de la zona cercana al Carmo, está esta “Fábrica e armazen Carmelitas”:


Que tiene de todo pero "mono" y caro: cajas de latón. Botellas de cristal pintado y de termo para beber agua y huir del malvado plástico. Deliciosos cochechitos retro que tienen escrito el nombre de mis sobrinos con letras de neón. Y la versión portuguesa de de las famosas Havaianas que se llaman así, As portuguesas, y tienen la suela de corcho (otro material para comprar en Oporto) y llevan en cambio mi nombre escrito:


3) Qué comprar en Oporto: tejidos.
Aquí los retales se venden en un set para hacer Pachwork por tres euros y son tan bellos que te parece un regalo, y las mercerías son obras de arte. Hay dos en Rúa Das Flores, que es la calle comercial pero con sabor más local, absolutamente maravillosas:


Una que se llama Retroseria das flores a la que entramos por lana y elástico pero que tenía mil cosas bonitas,y otra llamada Memoria que vende también telas pero  es más bien bazar y donde compré, ¡por cinco euros!, este Cristo de cerámica que preside mi mesa de trabajo:


Porque por las mañanas, yo, trabajo. Y todo. Pero con esta adquisición llegamos a un nuevo nivel:

4) Qué comprar en Oporto: ¡Cerámica! 
La cerámica portuguesa es fabulosa, y en las tiendas más turísticas abundan los motivos vegetales que están de moda como en todos los sitios, pero aquí hay diversidad y originalidad. Y no tienes por qué irte a grandes jarrones o a maravillosas fichas de ajedrez...


Sino a pequeñas piezas adorables de bisutería, muy especiales y diferentes: recomiendo una tienda que se ubica en la calle Mouzinho da Silveira 136 y se llama Prometeu: vende figuras, azulejos y todo tipo de dijes con motivos oníricos o folclóricos, pero claro...


...El corazón quiere lo que quiere, dijo el Mentalista, y a mí los ojos se me van a las hojas. He conseguido por ocho y cinco euros respectivamente un anillo y un colgante de finas planchas de cerámica esmaltada en forma de hoja otoñal...


Por último, aunque de esto hablaré en otras crónicas menos largas y minuciosas para no morir de mataros de agotamiento, ahí va la quinta sección:


5) Qué comprar en Oporto: ¡Cosmética!
Aún no he logrado dar con maquillaje portugués pero sí con una perfumería muy surtida de cremas Made in Portugal en la Rúa Santa Catarina, la más cosmopolita y comercial.
Y, en Rúa Das Flores, encontré un local precioso de Claus Porto, casa artesanal de jabones que sí es originaria de aquí:


Es una firma exclusiva, cara, como puede ser Santa Maria Novella en Italia, pero me arrebató la exposición de jabones protegidos por campanas de cristal que puedes manipular para aspirar todo el aroma: si al fin caigo con alguno, sería Almond Milk que mezcla el olor a limpio y a vainilla, sencillo y  evocador.

Milky Boost, lo nuevo de Clarins: Post Destroyer-no-destroyer

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Hoy me aparto un poco del localismo portugués, para no cansaros más que nada, y me centro en una reseña... cómo decirlo..., jugosa.
Y es que mi relación con el nuevo fondo de maquillaje en leche de Clarins es tan cambiante y emocionante como el shippeo Flamantha de OT 2020. Hala, ya lo he dicho.


Hasta esta mañana, en la que he dado a la base una nueva oportunidad aplicándola con brocha sin una gota de hidratante debajo, ésto iba a ser un No rotundo. No os gastéis el dinero que cuesta.
Aunque yo la compré por un poco más de veinte euros, pues aquí el maquillaje y la comida son bastante baratos. Y además me trataron como una reina en un local de Rúa Santa Catarina, y me regalaron una pastilla de jabón y un neceser de la firma: precios de Primor por una atención y calidad de alta perfumería...


Pero, para lo que cuesta Clarins en España digamos en El Corte Inglés, Milky Boost me parece una propuesta arriesgada y difícil. Se trata de un nuevo lanzamiento que forma parte de la colección de primavera para este año, que se llama The Milkshades y es muy láctea y atractiva... Con unas polveras de colorete, por cierto, que me llamaban a voz en grito, pero me contuve.


En cambio se me estaba terminando mi CC Cream de It Cosmetic. Y el producto en sí como idea, una suave leche que se transforma en maquillaje de baja cobertura, parecía genial y en Instagram algunas de mis lectoras me pidieron opinión, y el pequeño bote como de lechería de la infancia de nuestras madres me miraba desde la vitrina diciendo "sólo cuesto 22 euros"..., y caí.


El envase es blanco níveo, de plástico diz que reciclado, con una boquilla adorable. De verdad que yo estaba bien predispuesta. Ni siquiera el aroma a chuche que desprende, intenso y algo invasivo pero para mí muy agradable, me disuadía, sobre todo porque dicha fragancia no se debe a perfume en su fórmula sino a un ingrediente exótico: la leche de melocotón:


En general la formulación es más limpia que la de otras bases, el problema no es ése. Y no me ha irritado la piel, es sólo... que no se funde bien con ella.
Por la boquilla sale una crema ligera pero suntuosa de una blancura sin igual, y cuando la trabajas se transforma en un tono piel clara: la atenta señorita me recomendó encarecidamente el tono uno, y sí, es mi tono.


Ahora, si has llegado hasta aquí y eres un poco susceptible con las imágenes, y piensas que en un blog de belleza sólo debe salir reflejada la perfección, te animo a que no sigas. Las fotos que voy a publicar en adelante no son bellas ni lo pretenden, y mis muecas de estupor son adrede, oyes.

Aaaargh 1, con flecha por si hacía falta

Éste fue mi primer contacto con la base. La apliqué directamente del frasco, sin agitar, con la piel muy bien hidratada. Yo iba trabajando el mejunje y de blanco se volvía color carne, sí..., pero apelotonado y a parches sobre todo en la zona del bigotillo y la nariz. Mirad la nariz..., o no la miréis.

Aaargh 2, segnda prueba al día siguiente

Al rato tenía todos los poros marcados y saturados de maquillaje en grano, y con zonas aún blancas. Me puse un poco de mi crema hidratante por encima: peor. Me desmaquillé, apliqué solo una capa y corrector Shape Tape en toda la nariz, rubor y delineador y la cosa parecía bonita y todo:


Sin embargo, una base aunque sea solo "Bonne mine", lo que supone baja cobertura, resulta todo un fracaso si hay que cubrir una parte del rostro con corrector (y no una gotita, no: con generosidad) para que funcione.
Hoy, siguiendo en consejo de una de mis lectoras en IG, la he aplicado con brocha y sobre la piel limpia:


Y así, sí. Parezco un fantasma porque sólo llevo la base y estoy en pijama, pero trabajando mucho los ángulos del rostro con una buena brocha, parece que el Milky Boost de las narices funciona.
¿Cuál es mi conclusión? Pues la verdad, se me antoja mucho esfuerzo para una herramienta que nos debería facilitar a vida, ea.

Cosmética portuguesa: La mítica crema y el jabón de rostro Benamor

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Dedico esta crónica portuguesa a Tita Hellen y a las lectoras que me han pedido reseñas autóctonas, ahora que estoy viviendo en Oporto.
Me ha costado encontrar maquillaje portugués, porque pertenecemos a una aldea globalizada que vende Clarins y Clinique en cualquier rincón del mundo, pero haberlo, lo hay, como las meigas gallegas que siento tan cercanas.


Y he encontrado una cadena portuense de perfumerías denominada Mass, con al menos un local en Santa Catarina y otro en Cedofeita (que yo haya visto), con precios muy bajos, alta calidad y atención muy personalizada.
Fue allí donde descubrí un cajoncito con delicias portuguesas en cuanto a higiene y tratamiento, y de ellas elegí esta crema y este jabón facial que, como he sabido al investigar un poco,  son míticos en el pa´s y a nivel internacional:


Una "deliciosa creación  de Fábrica Nally", reza el dorso, además de indicar que lucha contra las arrugas e imperfecciones de la piel. Adoro Portugal y sus epítetos gozosos: cerca de nuestro apartamento hay un edificio festonado de guirnaldas que parece un cabaret, y ofrece "el fantástico mundo de la sardina portuguesa".


La crema en sí se presenta en un tubo metálico muy vintage, al estilo de un dentífrico, huele a tocador de dama antigua y es mucho menos densa de lo que yo esperaba: se extiende por la piel con suma facilidad.
En la fórmula hay alcohol y perfume, sí, pero en último lugar y precedidos de glicerina (el primer ingrediente de la lista), y toda una batería de ácidos: estérico, araquidónico, mistírico y láurico. Nada más que decir, señoría.


Tal unión de ácidos forma un cóctel de propiedades anti inflamatorias y anti edad que a mí me está funcionando perfectamente. Y para completar el tratamiento me llevé el jabón facial, rico en manteca de karité y aceite de coco, que forma una espuma deliciosa y lava la cara sin resecar ni irritar.

#Nomakeup salvo gloss en los labios

La crema me costó siete euros con treinta y un céntimos; y el jabón, un euro con setenta y ocho. Precios irrisorios y un resultado espectacular: la piel se relaja, borra sus rojeces y distiende las líneas de expresión: como contorno de ojos la crema Benamor es también estupenda.
Sin base de maquillaje, por la mañana y recién levantada, sus aspecto es el que veis en la imagen, lleno de luz.

Logrando que el maquillaje de Clarins quede bien
Sublimando una crema con color de LRP 

Y funciona como base de cualquier maquillaje, porque la tez está preparada, hidratada pero sin exceso de grasa, en su momento óptimo para brillar con luz propia y con algo de ayuda exterior: para sublimar el maquillaje convirtiéndolo en trampa y cartón, disfraz y fiesta...,pero sobre un lienzo nuevo.

En busca del perfume (de mi vida): Eau de Toilette Vainilla de The Body Shop

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Hacía años, ¡años!, que no me emocionaba tanto una colonia, por eso he copiado vilmente el título de esta reseña a Mareas, autora de Con los pies en la orilla, a quien dedico todas las fotos de este (larguísimo) post pensado en plena playa.


Al principio de los tiempos a mí me gustaban las fragancias cítricas y mi acorde favorito era el de muguet, que me sigue fascinando. Por otra parte, en las cremas corporales y geles de ducha siempre me ha atraído la vainilla, pero una vainilla fresca sin toque especiado o dulzarrón.

Mis primeros perfumes serios fueron:
- Aquaflore de Carolina Herrera, con una salida muy frutal y cítrica pero un fragante corazón de lirio de los valles. Creo que está retirada ya, fue mi fragancia de los veinte años regalo de mi madre,  la compartíamos y la recuerdo como puro deleite.
- Acqua Allegoria Mandarin Basilic: cinco años de mi vida estuve utilizando este y solo este perfume que me olía a zumo de mandarinas radiante, chispeante pero muy femenino.


Pero en 2012 ocurrió algo que cambió (en terrenos olfativos) mi vida: me enamoré perdidamente del perfume Summer by Kenzo.
Tenía la salida cítrica y el fondo de muguet ya conocidos y queridos por mí, pero con un potente corazón de mimosa que me obnubiló. Fue como dejar de ser niña y empezar a ser mujer. Me sentía arropada por la mimosa y a la vez sofisticada, muy sensual. Es que me embriagaba cada día...

El final triste de este amor vino un año después: descatalogaron esta sublime fragancia y desde entonces ando llorando por los rincones.


Aquí comienza mi búsqueda en el desierto:
A veces he querido volver a lo de antes y he comprado colonias frescas y cítricas: Hierbas de Ibiza, Eau D´Hadrien de Annick Goutal..., y se me hacen demasiado ligeras ya en mi piel.

Pero cuando encuentro perfumes de mimosa (Gaggia de Santa Maria Novella, por ejemplo), les falta ese toque optimista del muguet que tenía Kenzo, se me antojan densos y pesados.O se pasan con el punto cítrico y eclipsan la mimosa, como Sun de Lush. O son perfectos como Happy de Clinique pero en mi piel duran un suspiro...


Hace una semana entré en The Body Shop en Oporto sin muchas esperanzas, y vi esta Eau de Toilette de vainilla. Me dije ¿por qué no? recordando una manteca de vainilla fresca de hace varias navidades en esta tienda que sabéis es de mis favoritas.
Nada más olerla en mi piel fue como recuperar un amor perdido. No, no huele a mimosa, y la página web de la marca solo declara "notas de vainilla frescas y ligeras". Pero apuesto medio brazo izquierdo a que hay acordes florales o de muguet en ella.


Es una vainilla de verdad, más aromática que dulce,  y tiene un punto jabonoso muy evocador. Me huelo y me gusto en mi piel, es éso lo que ocurre. Me quedaría a dormir en mi propio cuello.
Y me acompaña todo el día: vuelvo de haber andado veinte kilómetros o de haber trabajado mañana y tarde en un auto sacramental, y de repente una ráfaga me hace sentirme feliz  pero al mismo tiempo poderosa.
Eso no sucedía desde 2012, y es pura magia..., por solo doce euros.

Por menos de tres euros: The Highlighter de Essence

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Hace muy pocos días hablaba Miss Potingues de un iluminador definitivo, hipnótico, heroico. A un precio irrisorio por ser de Essence, y no vais a creerlo..., ¡perteneciente al lineal fijo de la marca!
Había que brindar por tan imprevista noticia...


Y yo lo celebro con arte callejero, urbano: el que descubrí en un muro de la calle Cedofeita, en Oporto, donde además de un supermercado que suelo frecuentar y una ermita románica a la que peregrino de vez en cuando, encontré la pasada semana una perfumería Clarel.


Bonita mezcla de tradición y modernidad, Edad Media y Siglo XXI..., comercios locales y cadenas internacionales. A pesar de que Clarel es, después de Primor, la perfumería  a la que menos aprecio tengo, en este caso me alegró la vista y la vida, porque en ella suelen vender Essence. Y yo andaba a la caza y captura de este nuevo tesoro low-cost.


“El iluminador” se llama no más, se han puesto los de Essence ponderativos y lacónicos. Debe haber  algún oriundo de Bilbao infiltrado entre sus creativos. Pero es que, como advirtió Bea, tienen toda la razón para venirse arriba, porque han lanzado un producto estrella por 2,99 euros.


Se da la circunstancia de que no me traje a Portugal ningún iluminador suelto, solo uno en una paleta tripartita de Catrice, y de un tono más subido, por lo que el tono Heroic me ha venido de perlas, como luz de marzo o poderosa bombilla para mi piel. Se trata de un champán dorado pero aún muy neutro, ideal para una encender una tez clara. Y aporta un fulgor difícil de imaginar:


Para colorear las  mejillas  utilicé otro iluminador también comprado en aquel día y en el mismo local; esta vez de la colección veraniega de la firma, Berry on en el tono Berry Vibes que como highlighter se me antojó oscuro pero como rubor luminoso no tiene precio:


No tiene precio porque no lo recuerdo y no he conservado el ticket, pero mucho me extrañaría que subiese de los cuatro euros. Ignoro si en España lo encontraréis aún en algún sitio, quizás precisamente en Clarel, comercio que se suele retrasar con las ediciones limitadas y eso a veces nos beneficia.


Me parece un producto de una dulzura y una calidad increíbles. Aporta una luz anochecida y con un favorecedor toque melocotón. El relieve de la pastilla, en forma de cerezas, es un detalle muy coqueto para un producto, no lo olvidemos, a un precio muy bajo.

Y la polvera es mucho menos endeble que otras del estilo que he padecido. L’Oreal y Milani, os estoy mirando directamente a los ojos. Vergüenza es que rubores como Luminoso y Life’s a peach sean de mis favoritos y tras varios cataclismos sufridos con sus envases... ¡no vuelvan a tentarme siquiera!

Bésame mucho: Strawberry lip balm de Flormar, vuelve el efecto piruleta

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Flormar es una de esas firmas que no terminan de llamar mi atención. La veo muy normalita, veo un gran globo de aire y unos precios que ya no son tan baratos. En Logroño pusieron tienda y casi no entré...
“Casi”, pues hay una honrosa excepción:


La marca ha bordado siempre los bálsamos labiales con color en tonos rojo labio. Recrea magistralmente el efecto labios de Piruleta, labios jugosos de niña que juega por primera vez a ser mayor.
Yo lo recordaba bien, y como en Oporto triunfa bastante, -hay un local o mueble expositor en cada esquina de las zonas comerciales-, decidí entrar a ver si mi memoria se correspondía con la realidad.


Lo primero que me sorprendió fue el envase: Antes eran blancos y semitransparentes, muy endebles en mi opinión, y ahora tanto la caja como el labial respiran frescura y joie de vivre.
Lo segundo, me llevé dos y en caja me dijeron que había oferta de 1 + 1 = 3, así que cogí un labial de gama básica llamado “Summer In Paris”..., que lo único bueno que tiene es tan poético nombre. Su textura es seca y su color plano, al poco tiempo desluce en el labio.


Lo tercero y más importante: Flormar sigue siendo la reina del efecto Piruleta a precio asequible: Por cuatro con noventa y nueve euros  regala ese precioso aspecto saludable y picarón al rostro. En esta imagen estoy casi sin maquillar y con un resfriado de aúpa, y el rojo levanta el look por completo.

¿Mi conclusión? Hasta le perdono que tenga una fórmula mediocre para ser un bálsamo labial, pues el Strawberry lip balm de Flormar es un labial por derecho propio, alegre, rotundo, ¡radiante!

En busca del perfume (de mi vida): Mimosa sublime de... ¿Zara home?

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Mimosa sublime es la nueva gama de fragancias para el hogar de Zara Home, ¿hay alguien en la sala que a estas alturas pueda dudar, con semejante nombre, de mi amor y desvarío? Ahora soy una chica rebelde que utiliza las brumas de almohada como perfume personal, ergo corporal, y sin cargo de conciencia alguno.


Porque huele a pura gloria, porque declara una pirámide olfativa a la altura de la más esplendorosa maison, y porque en cambio piden dieciséis euros por un frasco de doscientos mililitros.
No me juzguéis tan loca: me he leído la letra pequeña de este impecable, impoluto y alegre envase, y advierte que no debe echarse en los ojos (colirio no es), que no se ingiera por vía bucal (un cóctel tampoco), pero nada dice de aplicarlo directamente sobre la piel y mucho menos sobre la ropa. Y es que una almohada y una blusa vienen a ser casi lo mismo...


Loca no, pero advierto que me compré esta maravilla bajo un poderoso síndrome de Stendhal, ya que me invitaron a impartir una conferencia recital en la universidad de Vigo, campus de Pontevedra, y estuve durante una tarde y una noche rodeada de mis poetas favoritos, lo cual daña y nubla seriamente la razón.


Sobre todo si Miguel d´Ors te acompaña al hotel al acabar la velada, y como llueve te resguarda bajo su paraguas como el perfecto caballero que es. Y antes de eso te cuenta, entre vieiras, pulpo y vino Mencía,  que de vez en cuando se pasea por tu blog (sí, el de maquillaje). Y a la mañana siguiente viene a despedirse y te dice: tengo un regalo para ti:


Y es ¡una piruleta!, en clara referencia a los labios de piruleta de tu última publicación que, por cierto, son los que usaste durante el recital.
A esas alturas el que era hasta entonces tu maestro se ha convertido en tu crush poético (platónico y lírico, no faltaría más), el síndrome de Stendhal va a explotar en tu cabeza de tanta belleza junta...


...Y para rematar la faena te dejas caer por el Zara Home que, ¡oh magia de una noche! está justo al lado del hotel, y descubres que la línea de mimosa ofrece no sólo una vela y un mikado (que también adquirirás en el futuro, por supuesto), sino una embriagadora bruma de almohada...
Ese y no otro era el estado en el que me encontraba al juzgar la nueva creación de Zara Home y me diréis: "normal que la encontraras sublime".


Pero es que  no sólo estamos hablando de el sueño de una noche de casi primavera, sino de un aroma que mezcla notas de mimosa, violeta, eucalipto y un fondo de almizcle: ésa es la sinfonía de un perfume..., y en mi ropa y en mi piel huele a exuberancia y delicadeza, a sensualidad y rubor, a magia y ¡mucha, mucha poesía!

Road trip: Coímbra, Aveiro y Pontevedra

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Ésta es la fantástica historia de cómo Adaldrida visitó dos ciudades portuguesas y conoció Galicia... en el intervalo de cuatro días. Intensidad laboral y turística que vamos a aprovechar para marcarnos un Post de viajes, una de nuestras largas crónicas portuguesas... y ahora gallegas.

Gif con mi bff, María Eugenia Reyes Lindo 

Y si hablamos de intensidad, la de hace dos viernes, en la que impartí un seminario de hora y media en la Universidad de Oporto cuya preparación me había llevado por la calle de la amargura durante toda la semana, y por la noche recibí la visita de esta encantadora personita.
¡Mi amiga Merl se venía con su amiga Ana a realizar un Road trip portugués  conmigo!


Estuvimos en Oporto el viernes por la noche, donde descubrí que la estación de Sao Bento podía ser aún más mágica iluminada, y el sábado en el que anduvimos por rincones tan únicos como el arco de las verdades.
Compartimos al fin una francesinha, ante la cual caí rendida, y una botella de vino de Oporto por las noches, comprada en las bodegas Sandeman, pero para no alargar el Post, esa será otra historia.


Sin embargo no quiero finiquitar aquel sábado en Oporto sin recordar que era 29 de febrero, una fecha épica, y que paseamos por Rúa das flores y yo me compré un anillo precioso y descubrimos un grupo callejero de Country que tiene Instagram: The Periwigs. Digno de verse y oírse.

Coímbra bajo la lluvia 

Pero el domingo alzamos el vuelo para ver dos ciudades viajando en el coche de mi amiga: spoiler, llovía. Llovía mucho. Subimos y bajamos escaleras empapándonos y viendo la catedral, el casco antiguo, y aunque bajo el manto de lluvia no pudimos ver gran cosa, saboreamos la iglesia del monasterio de Santa Cruz con sus impresionantes azulejos interiores:


También fuimos, por supuesto, a ver el río y el puente de Santa Clara: en el que protagonizamos una foto digna de Rosalía: llevo camarón en la guantera...


Todo se explica: estábamos llamando a nuestra otra amiga para que posara junto a nosotras, ja, ja, ja.
Fue una mañana un poco fallida, pero otra cosita nos esperaba en Aveiro. Llover seguía lloviendo con ganas, pero me compré una capa de lluvia en un comercio local y decidí disfrutar de los canales de la Venecia portuguesa como nos merecíamos.

Aveiro 

Que si la han bautizado con este bello nombre es por algo, os juro que no se trata de ningún reclamo turístico. La ciudad está rodeada y surcada de preciosos canales con góndolas, pero a la vez no pierde la particularidad portuguesa, como se ve en las pintorescas fachadas de colores:


Pero todo hay que decirlo: ¡los lugareños de Aveiro no son tan acogedores como los de Oporto! Al que me vendió la capa de lluvia le faltó escupirme por ser española: mi amiga indignadísima quería que nos fuéramos, pero llovía tanto y el viento me había roto el paraguas que pensé: en cuántas ocasiones un orgullo tonto nos deja, ¡encima!, sin lo que queremos.

Vistas de Pontevedra desde el Hotel rías bajas 

El lunes se fueron mis amigas y me quedé desolada, pero tenía que trabajar bastante porque solo un día después viajaba a Pontevedra. Iba invitada por la universidad y tuve que prepararme a conciencia, pero también fue un día y una noche mágica como ya sabéis.
Me alojaron en el Hotel Rías bajas, en pleno centro peatonal, que recomiendo vivamente: el día que sirven caldo gallego en el menú es una fiesta.


De Pontevedra me gustó hasta la lluvia: Bajo su pertinaz serenata me enseñaron la plaza de Herrerías que veis en la imagen, la plaza de la leña con un cruceiro inolvidable que no pude retratar por culpa de las sombrillas anunciando cerveza Estrella Galicia, la plaza del Teucro y la estatua de Valle Inclán.
Y lo recomiendo todo, y volvería mañana mismo a pasear por sus calles mojadas del brazo de sus gloriosos poetas.

Aún sigo enamorada: Paleta Luminice y 18h Eye Pencil de Catrice

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Rescato hoy esta sección en la que me maquillo con productos que no son en absoluto novedad, que llevan cierto tiempo alegrando mi tocador pero siguen vendiéndose en las perfumerías, y en esta ocasión con el aliciente de unos precios más que accesibles, ya que hablamos de Catrice.


Catrice es una firma que despierta en mí grandes amores y perezas infinitas: en general sus productos líquidos me parecen un nido de petroquímica, pero entre mis labiales favoritos de todos los tiempos estuvieron sus  desaparecidas barras de labios Ginger & Fred (boca mordida) y Princess peach (adorable melocotón).

Hoy vamos a destacar por una parte sus delineadores de ojos, 18 h Contour & Contour, y por otra su fabulosa paleta de iluminadores y colorete Luminice.



Soy muy gansa a la hora de perfilar mis ojos: no quiero ni oír hablar de formatos en tintero o en  rotulador. Mi mejor opción son los lápices retráctiles y tanto Essence como Catrice tienen ofertas baratas y más que interesantes en esa categoría.
Mi favorito es el número 20 de los 18h Contour & Contour de Catrice, un gris antracita muy oscuro y mate. Dura horas y horas intacto, aunque ¡dieciocho se me hacen muchas horas! No endurece como el negro, pero aporta hondura y misterio a la mirada.


Respecto a la paleta, posee la estructura tripartita que ya ha sido clonada hasta la saciedad por varias marcas: Sleek como firma pionera, ELF, Revolution, Nars en versión de lujo... Nos gusta tener todo lo que nuestro rostro necesita para brillar y rebosar salud campesina en un solo producto, y Catrice ofrece dos versiones, una con rubor y otra con polvos de sol.


Yo poseo la primera, que cuesta 6,39 euros y comprende dos iluminadores medios, uno color champán y otro más en tono piel o arena dorada, y un colorete que es pura luz amelocotonada, puro fulgor coral, metálico y nada evidente:


Por una vez no he fotografiado el polvo directamente sobre la yema de los dedos, suave y sublime como mantequilla, sino su transferencia sobre el dorso de mi mano: juzgad vosotras mismas el sobrenatural destello.
La luz que brindan estos iluminadores es poderosa pero sutil al posarse en la pel y reflejar su belleza sin marcar poros ni abrir su estructura:



Sinceramente, me cuesta mucho dejarme seducir por rubores de precio económico. Tengo siempre en mi memoria las referencias de casa de lujo demasiado frescas: la sombra de Nars es alargada. Pero esta paleta me sorprendió, me cautivó en su día y, tras varios meses de uso y abuso, aún sigo enamorada.

#YoMeQuedoEnCasa: ideas para sobrevivir a y disfrutar de la cuarentena

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Hoy me aparto del tema habitual en este espacio, los potingues, para unirme a la preocupación, la solidaridad, la lucha común que estamos viviendo en nuestro país y nuestro continente contra el Corona virus..., y para haceros más llevadero el hastag #QuédateEnTuCasa.


El confinamiento en los hogares no es ninguna desgracia caída del cielo, pero es verdad que a veces puede costar un poco pasar tantas horas, días, encerrados.
Las redes sociales están ardiendo de trucos y estrategias para, por ejemplo, lavarse las manos respetando los veinte segundos de rigor: sugieren cantar dos veces el Cumpleaños feliz, tararear el estribillo de Ooops i did it again de Britney Spears o rezar un Padrenuestro, a gusto del consumidor. Mi favorito es éste, calderoniano como yo:

Vía Itsbliur, que a su vez vía Blushedsnowy

¡Que me pierde la literatura! Y de literatura vengo a hablar yo.
Se puede ocupar el ocio en ver series en Netflix o más humildemente YouTube: acabo de descubrir que están subidas todas las temporadas de Médico de Familia, la serie fetiche de mi adolescencia, y de Aquí no hay quien viva, la serie más gamberra y delirante que he visto...

O en empaparse de canales como el de Ratolina o el oficial de OT2020 para los que estamos enfermitos con este programa...
Si os gustan los museos (y si no os gustan, para probar), podéis visitar virtualmente los del Vaticano o el nuestro del Prado, orgullo nacional...



Sin embargo, yo os aconsejo aprovechar esta ocasión única, de zozobra pero también de convivencia y crecimiento interior, para leer.
Yo soy una entusiasta del papel, pero hoy en día en la red hay volcados en PDF miles de buenos libros, de los que os he hecho una selección con los links ya encontrados.

Os enlazo mis cinco novelas favoritas. En primer lugar tres clásicos que os harán disfrutar:

Jane Austen, Orgullo y Prejuicio para PC aquí, Persuasión para móvil aquí.
Lev Tolstoi, Anna Karenina para PC aquí, para móvil aquí
Y algo más ligero, dos novelas deliciosas, una para reír y otra para pensar:
Gerald Durrel, Mi familia y otros animales para PC aquí
Jostein Gaarder, El misterio del solitario para móvil aquí


También poesía, tan necesaria en estos momentos: aquí tenéis un PDF con poetas vivos,  entre ellos Miguel d´Ors que es mi favorito pero también Ignacio Arellano, Gabriel Insausti y Javier Navascués, que no solo son grandes profesores sino también buenísimos poetas.

¡Y teatro! Aquí he encontrado, para leer en el móvil, la comedia más divertida de Calderón de la Barca, No hay burlas con el amor. Y si os va más la tragedia y queréis leer un dramón sobre amores imposibles y apasionados, incesto y adulterio incluido, aquí os espera Lope de Vega, rabiosamente actual...

Y si queréis rezar, algo muy conveniente en los tiempos que corren, aquí tenéis un pedazo de poemario sobre la pasión de Jesús, del gran poeta hispanoamericano Ibáñez Langlois. Muy de Cuaresma. Y en este enlace retrasmiten todos los días misa, a las once, a la una y a las seis de la tarde.

¡Recursos de todos los colores y sabores!

Joli Blush de Clarins en el tono Cheeky Peachy, mi última compra en Oporto

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Al mal tiempo... ¡rubor melocotón! Y si viene embotellado en una polvera de ensueño, de las de sacar del bolso y retocarse a la vista del publico para que muera de envidia, y firmado por una casa clásica y prestigiosa como Clarins, ¿podríamos pedir algo más?


Podemos, sí,  desear que el capricho nos salga menos caro que en el Corte Inglés de España, donde los precios de Clarins están por las nubes: estos coloretes, que ya descubrí gracias a Miss Potingues hace meses, cuestan ¡cuarenta! euros (o treinta y dos como gran oferta), si los buscas en la página web de los grandes almacenes, y a mí me parece demasiado.


Cuestión distinta es que yo pueda gastarme esa cantidad en productos de Nars y siempre me parezcan una gran inversión: es algo totalmente subjetivo, pero sucede. Y, sin embargo, a mí Clarins llevaba tiempo tentándome y despertando mi curiosidad..., y el momento adecuado llegó en la perfumería Mass en Oporto:


Local en el que encontré un mueble expositor de la nueva colección de primavera de la firma, The Milkshakes, y en ella dos nuevos y deliciosos tonos de los coloretes re formulados en el pasado otoño: Joli blush, a un precio de ¡veinticuatro euros!
Con este precioso envase y un descuentazo así, tenía que comprarlo. Y fue mi última adquisición en Oporto antes de que todo se paralizara.


La polvera es coqueta a rabiar, algo pesada y voluminosa aunque su redondez la redime y la hace perfecta para el neceser.
Posee un estampado de zigzag melocotón en la tapa, un espejo panorámico y una brocha que me ha dejado obnubilada, pues es suave, tupida, en forma de abanico y de pelo sintético: la herramienta perfecta, al fin.


Hablemos del color número seis: Cheeky Peachy, un melocotón clásico, radiante y soleado, que a pesar de textura algo seca se deposita en las mejillas con suavidad y a pesar de su acabado mate derrocha luz, y una luz muy duradera:




Regalando frescura, inocencia, descaro y alegría al rostro por toda una jornada, tiñendo las mejillas del tono mas vivo y jugoso que el pantone pueda imaginar.


Claus Porto: jabones y perfumes portugueses para esta primavera

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"La primavera está en la esquina, esperándote sentá”, rezaba una preciosa pieza del primer disco del cantautor Fernando Arduán, a la sazón hermano de Lord Scutum, mi mejor amigo, que acaba de llamarme y me ha dado mucha envidia: confinado, sí, pero en su chalet sevillano, con un patio que estalla de azahar.


Aquí no tengo azahar ni patio, pero en este día en el que comienza la primavera he vuelto a abrir la primorosa bolsita de cartón blanco  perfumado que me dieron en Claus Porto con los dos jabones que compré allí, en su local de Rúa Das Flores, cuando se podía caminar libremente por las calles.


Claus Porto es la conjugación de Alemania y Portugal: en 1887, dos caballeros alemanes enamorados de la materia prima portuguesa abrieron su fábrica de jabones en Oporto. Desde entonces ha transcurrido más de un siglo que convirtió este pequeño negocio en una firma nicho de la perfumería artesanal, eso sí, con precios nicho también.


Hay perfumes de esta firma vendiéndose en todos los espacios multimarca suficientemente exclusivos del mundo, pero es un gozo acudir a esta sede tan especial para disfrutar de sus jabones hechos a mano, y de sus delicados aromas velados con relucientes campanas de cristal. En ellas se reconcentra la fragancia de cada pastilla, y puedes manipular para dejarte envolver.


Y, cuando pedí permiso para hacer fotografías, además de concedérmelo me invitaron al piso de arriba, desde el cual se ve esta hermosa panorámica y donde tienen todo un museo del perfume, pues ciento treinta años dan para mucho, como podéis ver en la imagen que da entrada a este post.


De la tradición artesanal a la novedad puntera: pude probar sus aguas de colonia lanzadas en 2018 por la perfumista Lyn Harris, que a mí me suenan un poco a Hierbas de Ibiza: es ese mismo cóctel de cítricos y hierbas aromáticas que recrean pinos junto al mar:  bergamota y lavanda en la salida de casi todas, musgo y almizcle en el fondo, y lo que va cambiando es el corazón: mandarina y azahar en Agua Clementina, enebro en Agua Porto...


La que más me tienta es Agua Geranium poseedora de un toque floral de angélica, rosa y geranio que la hace deliciosa, fresca pero ya un poco más armada, más sensual, y tiene una buena duración en la piel. Estuve a un paso de comprar la talla de viaje...
Pero acababa de adquirir la bruma de almohada de la línea Sublime Mimosa en Zara Home que, por cierto, funciona como ambientador de hogar, pero no para perfumar la piel. Evoluciona raro, en el aire o en la ropa de cama huele gozosa y en mi cuello acaba haciéndose odiosa. Una pena.



Aquella tarde me llevé dos jabones en su formato pequeño, a ocho euros la unidad: Voga, con un suculento corazón de Mimosa para mí , y  para mi madre Madrigal, con toques de canela y muguet y un poético nombre que alude a la estrofa métrica tan utilizada en el Renacimiento. Ocho euros son muchos euros, pero esta pastilla me recuerda el famoso madrigal de Gutierre de Cetina:

Ojos claros, serenos,si de un dulce mirar sois alabados,¿por qué, si me miráis, miráis airados?Si cuanto más piadosos,más bellos parecéis a aquel que os mira,no me miréis con ira,porque no parezcáis menos hermosos.¡Ay tormentos rabiosos!Ojos claros, serenos,ya que así me miráis, miradme al menos.


... Y eso, como diría un famoso anuncio de nuestra historia más reciente, no tiene precio.

Reflexiones en la bañera (XLIV: de nuevo en España. Nuestra odisea)

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Hoy escribo un post muy personal. Una crónica emocionante, un momento épico que no contaré a mis nietos porque no los tendré, pero sí a los nietos de mis amigas. Y a mis lectoras y lectores, por supuesto, siempre.


Porque sí, ya estoy en España.
Y sí, ha sido difícil y peligroso. Y sí, mi padre se ha saltado unas cuantas normas por mí, pero era necesario y me siento orgullosa de él, padre coraje, y un poco orgullosa de nosotras mismas también me siento.
¿Qué tal si lo relato sumergida en una bañera para desdramatizar? Las primeras reflexiones a remojo en meses, arropadas con el gel Moussel de mi infancia en su versión cremosa...


1. Oporto y yo tenemos un asunto pendiente, porque me he tenido que despedir de forma abrupta. Mi estancia terminaba el seis de abril pero... llegó el Coronavirus.
2. En Portugal hace muy poco había aún solo seis muertos y al principio me dijeron que era mejor quedarse allí, aunque el doce de marzo vino mi madre porque, ocurriese lo que ocurriese, quería estar conmigo. Una madre es una madre.


3. En cuestión de horas la cosa viró a película distópica: declararon el estado de alerta, se vaciaron las calles, se amontonaron las basuras, las gaviotas se volvieron agresivas y los indigentes de la plaza cuando íbamos al comestible, también. Nos llegaban noticias de que Madrid era un infierno y cábalas de que la cuarentena duraría meses.


4. Saqué un par de vuelos para volver, pero inmediatamente los cancelaban. Y en medio de la incertidumbre, llovían mensajes de toda la familia y amigos diciendo "vuelve", como si no estuviéramos haciendo nada por regresar: ¡no resultaba tan fácil!

5. Cuando tengáis en vuestro entorno una situación preocupante, por muy llenos de miedo y zozobra  que os veáis vosotros, intentad no cargar vuestra inquietud sobre los protagonistas, aunque los queráis hasta el infinito y sea ése el medio de demostrad vuestro amor: no funciona.



6. Mi padre nos dijo, por fin, que iba a la policía a pedir un permiso para recogernos: en la comisaría no le hicieron ningún caso. Mi padre no quería hacer nada ilegal, pero aquí resuenan las famosas palabras de Don Juan Tenorio: "llamé al cielo... ¡y no me abrió!"
No renegaré de esto ni de manifestaciones por muy importantes que fueran ni de mítines de partidos que no eran importantes en absoluto ni de comparecencias de presidentes que nada dicen, porque me he propuesto sumar y no restar.


7. Al final, mi padre viajó ayer de madrugada a Ciudad Rodrigo, a la frontera por Salamanca, con la guantera llenita de papeles que atestiguaban que su hija se había marchado a Oporto por trabajo y que había que devolverla a su país. Llevaba incluso mi certificado de minusvalía del 22%, por parálisis de brazo izquierdo, que nunca me ha hecho falta para nada.
Gracias a Dios no le detuvieron en ningún control.


8. Mientras tanto, mi madre y yo pedimos un Uber para que nos llevara a Vilar Formosa, dos horas y tres cuartos que me costó su buen dinero, pero agradeciéndolo también porque no sabíamos si los servicios de Uber se habían detenido. El marido de la profesora que me invitó nos proporcionó el contacto de un trabajador que se comprometía a depositarnos sanas y salvas un kilómetro antes de la frontera portuguesa.

9. Cruzamos la frontera a pie, rodeadas de maletas, y nunca en mi vida me he sentido tan extranjera. Recé pidiendo a Dios que esto me ayude a empatizar siempre con toda persona, a no endurecer mi corazón, a no olvidar jamás que ilegales podemos ser tú y yo en cualquier momento si las normas del juego cambian.

¡En casa, redescubriendo viejos amores!

10. Un policía, realmente amable, me pidió la documentación mientras se acercaba su compañeros diciendo: allí les esperan. Y vimos el adorable coche color vino de mi padre, flameando al otro lado de la frontera, y a mi padre emocionado acogiéndonos.
¡¡¡Qué bien se está en casa!!!

Paleta de Alicia en el país de las Maravillas de Urban Decay: revival y posible clon

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Yo me quedo en casa y, claro, además de (tele) trabajar, leer, ver series con mis padres, permanecer activa siguiendo tablas de ejercicios que me mandan del gimnasio y ver una tonelada de vídeos de Youtube..., curioseo en el cuarto de baño de mi madre, que antaño fue mi tocador.


Así se ha producido más de un dulce reencuentro, pero el más emotivo ocurrió al descubrir este auténtico tesoro, la paleta de Alicia en el país de las maravillas de Urban Decay, la primera paleta joya que adquirí hace la friolera de diez años.
De hecho, si no recuerdo mal es la que inició toda esta fiebre de paletas especiales (y carísimas) en el mundo de la belleza...


[Modo batallita de la abuela on]
Corría el mes de marzo de 2010, yo estaba en Logroño disfrutando de mis vacaciones de Semana Santa ajena al hecho de que en pocos meses me trasladaría a vivir a La Rioja. Acababa de publicar mi tercer libro de poemas en la editorial Pre-Textos, y me premié por tal evento decisivo en mi carrera poética con esta preciosidad, por la que recuerdo haber pagado unos cuarenta y tantos euros que entonces me parecían una fortuna...
[Modo batallita de la abuela off]



Diez años después, aquí estamos. Haciendo justicia a una paleta cuyas sombras pigmentan como el primer día. Por supuesto he retirado el Primer Potion y el lápiz para no morir de conjuntivitis, pero ha sido pasar un dedo por mis tonos favoritos, ese turquesa soleado, ese oro reluciente, ese verde hierba radiante, ese gris plata majestuoso... y alucinar.


Recordé que la reseña que le hice en su momento fue con ¡fotografías ajenas! Siempre citando fuente, pero hace diez años yo no tenía ni técnica ni conocimientos para subir imágenes a mi propia página web.
Un poco más tarde sí os subí ya un look, bonito porque la sombra Alice (la turquesa) es un azul soleado como para morir de amor y porque mi prima, la misma que me retrató, me había planchado el pelo...

Esta soy yo con 32 añitos en vez de 42. Duro, ¿eh?

Pero yo sentía que estaba en deuda con esta paleta. Le debo una crónica con swatches de verdad y dos o tres maquillajes de los que sé hacer ahora, que no soy ninguna experta pero algo he aprendido. Así que vamos allá:


La paleta ofrece dieciséis sombras y todas brillantes menos un negro y un marrón básicos, que aun teniendo base mate están recubiertas de fino glitter. Normalmente son sólidas pero ya entonces había lo que ahora se llama sombras top, como Midnight Tea Party (en la yema del dedo anular), un festival de purpurina color maquillaje, una sombra absolutamente glittérica (toma neologismo).

He fotografiado en primer lugar mis tres favoritas: Alice (dedo índice, turquesa radiante y soleado, textura satinada); Oraculum (dedo corazón, un espectacular tono ámbar de acabado metálico), y Absolem (dedo meñique, verde hierba alegre y metalizada, un festival de sombra).


Veis aquí la transferencia, así como la de otros colores de la paleta igual de sublimes: Queen, que se sitúa al lado de Oraculum y es un magenta violáceo y plateado, una de las primeras sombras con tornasol que tuve; y Vorpal y Mushroom, que siendo el plata y el topo de la paleta entenderéis que fueron los colores más usados por mí en aquella época.

Fuente de la parte izquierda del montaje: Trendencias

¿A qué se parece Alicia en el país de las maravillas? Yo lo tengo muy claro; a la edición especial que hizo la misma firma de Juegos de trono hace un año: es el mismo concepto de paleta para coleccionistas, ambas vieron la luz tras la emisión de una serie o película de culto, y las texturas y colores se parecen muchísimo.
Mañana, si querés, publicaré dos o tres looks con mi nuevo juguete de cuarentena,

Tres looks con la paleta Alicia en el país de las Maravillas, de Urban Decay

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Dieciséis sombras vivas, intensas y tornasoladas son todo un universo para despertar la creatividad #QuédateEnCasa, y en estos días he sacado a bailar mis pinceles mojándolos en la rescatada paleta de Alicia en el país de las maravillas de Urban Decay...

¡¡¡Un limón!!! (de la terraza de mis padres en Sevilla)

Por eso, os puedo ofrecer tres maquillajes distintos con un solo producto, y solo con dos pinceles: uno de ahumar perteneciente a la edición de las princesas Disney de Essence, y uno con cerda muy tupida en forma de bolígrafo, redondeada y precisa, de Sephora Profesional.

Limonada hecha con los limones de mi terraza
Primer Look : "Confort Zone"
Lo he bautizado así porque fue el primero que probé y claramente me fui a la sombra que siempre suelo usar: Vorpal, gris entre plomo y plata. Desde siempre ha sido mi opción favorita para el párpado, aunque para darle un toque de gracia cubrí el primer tercio con la sombra que está a su lado, Midnight Tea Party, que es pura purpurina color entre topo y maquillaje.


Lo que me llena de orgullo y satisfacción en este maquillaje es haber aplicado en el lagrimal la sombra White rabbit, un blanco Nivea lleno de burbujas plateadas. Iluminar lagrimales era una tarea pendiente para mí y he visto que reservando un pincel de punta redonda y pequeña en forma de bolígrafo para tal fin, la cosa se hace mucho más sencilla.


Look 2: Turquesa y radiante
No iba a pasar mucho tiempo sin que metiera yo el dedito en el paraíso azul de la paleta, la sombra Alice que recrea el fulgor de las piscinas en verano..., y decidí que su contrapunto ideal era el tono Absolem, un verde entre hierba y loro absolutamente fulgurante. La mezcla me hizo recordar el furor que causaba hace unos quince años la sombra Parrot de Mac:


Apliqué la misma sombra luz en el lagrimal, el tono turquesa en las esquinas externas y el verde en el tercio interior, y luego difuminé con el pincel de Essence, a ras de pestañas superiores e inferiores. Me faltó un delineado negro, pero aún así es una combinación que abre la mirada y la enciende con alegría.


En estos dos looks he utilizado los mismos productos para la piel: base de maquillaje Toleriane Teint de La Roche mezclada con mi crema hidratante y aplicada con brocha, iluminador  Berry On de Essence y colorete Cheeky Peacky de Clarins en las mejillas.


Look 3 Queen of Oraculum
Y aquí arriesgo y triunfo o me estrello, porque hoy desperté juguetona y pensando en combinar el magenta tornasolado de la espectacular sombra Queen con el ámbar encendido de la también sublime sombra que está a su lado, Oraculum.


Por si no me había complicado suficiente, quise hacer un delineado con la sombra negra de la paleta a ras de pestañas que me salió algo regular, y decidí seguir delineando el ojo con la sombra Queen mezclada con el negro porque, ¿por qué no?, y en el colmo de la fantasía...


¡Decidí aplicar también la sombra Queen en los labios, sobre una capa de bálsamo Lanolips! La tonalidad no puede ser más hipnótica, siempre reinará...
P.S.: a partir del segundo maquillaje veis mi nuevo flequillo, obra de mi querida madre. No puedo acudir a una peluquería para dorar mi cabello pero sí podía entregarme a las expertas tijeras maternas, y lo hice.

En busca del perfume (de mi vida): Acqua Allegoria Mandarin Basilic de Guerlain

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He vuelto a mi primer amor.


Hablando en términos olfativos, se entiende.
En este espacio he nombrado con frecuencia el agua de colonia de mandarina y albahaca de Guerlain, fresca pero elegante y sofisticada como la casa a la que pertenece, pero muy de pasada, en recapitulaciones de fragancias preferidas, como hice aquí hace nueve años o aquí hace menos de nueve semanas.


Pero nunca le he dedicado un Post en exclusiva, y fue mi primer perfume, el que desató en mí  el sentimiento de fidelidad olfativa, y al que siempre regreso. A veces te sorprende una nueva creación, es arriesgada, descarada, sabes que la vas a disfrutar..., pero que cuando termine la última gota del frasco os diréis adiós sin remedio.
Y luego está el fondo de armario. Lo que persiste. El lugar al que siempre se vuelve, que según el filósofo Rafa Alvira es la familia.


Y a la casa de mis padres he regresado, y en el cuarto de baño que fue mío estaba aguardándome, embotellada, mi primera juventud.
Un frasco dorado, suntuoso, que nada más abrir me evocó los recitales poéticos del año 2007, año en el que se creó este jugo radiante que buscaba en perfumerías donde probar en encuentros furtivos; el viaje a París tras defender mi tesis en 2008 y el regalo que mi padre me hizo, "oficializando" nuestra relación.


Es la fragancia perfecta para la primavera y el verano: chispeante pero duradera, arropa la piel como una muselina fresca, la viste de mandarinas y azahar con una base verde pero absolutamente femenina.
A partir de mi descubrimiento de las mimosas ya no me gustan las fragancias unisex, no me apetece un aroma con el que un caballero podría perfumar su pañuelo, como sucedía con Eau de Campagne de Sisley: un exceso de hierba o de maderas me cansa mucho, necesito algo delicioso y delicado.


Fragántica declara naranja amarga, azahar y mandarina cono notas altas, la misma mandarina y la albahaca adornadas con acordes bucólicos de hiedra y peonía en el corazón y un fondo de sándalo y ámbar que logra la permanencia en piel. El edificio ideal, la arquitectura cítrica y floral perfecta para vestir esta primavera en casa.
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